Capítulo 48

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Dos meses tardó en culminar la búsqueda de Moisés

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Dos meses tardó en culminar la búsqueda de Moisés. Pues, a diferencia de Nefertari, el faraón les dio a los nuevos informantes el tiempo necesario para hacer su labor, y mantuvo con ellos una correspondencia metódica que le hizo mucho más soportable la espera.

Desde la hora en que llegaron, Ikeni y sus acompañantes se congregaron con Ramsés en la sala de audiencias, y este los recibió tabaleando los dedos en los apoyabrazos del trono con un nerviosismo exasperante, pero interiormente aliviado de ver que no llevaban ningún prisionero consigo.

El informe entregado confirmó que Moisés se encontraba vivo y amadrigado en el sur de Madián. E Ikeni aseveró que, apesar del cambio en su apariencia, sólo bastaron unos minutos de seguimiento para confirmar que era el antiguo príncipe, porque sus ademanes y formas de expresarse no habían cambiado en lo absoluto. Afirmó que el hebreo ejercía como pastor de ovejas, que residía en la casa de un sacerdote junto a sus siete hijas, y que estaba casado con la hermana mayor llamada Zipora.

El diligente trabajo de los informantes permitió que Ramsés imaginara con claridad los aspectos físicos y personales de la familia. Todos, incluso Moisés, parecían ser sólo humildes campesinos que evitaban meterse en líos y disfrutaban sin angustias de su vida ordinaria.

Vigilamos cada palabra que mencionó y cada paso que dio Moisés, soberano —dijo Ikeni—. Pero en ninguno encontramos pistas de una posible relación con el escape de la reina. Moisés no se ha movido del pueblo por más de un año y medio, desde que llegó. Ni él ni la familia se salieron nunca de la rutina. Los emisarios locales aseguraron no haber recibido ni despachado correspondencia para Egipto en los últimos seis meses, y de algunas fuentes cercanas a Moisés, supimos que él no ha estado interesado en abandonar el pueblo... sobre todo después de comprometerse con la hija del sacerdote de Madián.

Ramsés inspiró y exhaló largamente, sobándose el rostro cansado con ambas manos. Las palabras de Ikeni lograron darle una paz mental tan grande, que su cuerpo sostenido y luego liberado del estrés se sintió acariciado por la oleada del sueño perdido. Aquel desenlace en el que Moisés estaba vivo y desvinculado de la traición de Nefertari, era lo único que le hacía falta para cerrar el lapso de amargura.

Se encontró animado escuchando el resto del reporte, pero no quiso tomarse un tiempo para pensar en el regreso del hebreo, y casi de inmediato descartó cualquier campaña de repatriación. Moisés parecía feliz con su nueva vida y era evidente que no necesitaba ser rescatado de ella. Había enterrado por completo su pasado, y Ramsés pensó que debía respetársele esa decisión. Antes creía que Moisés no se comunicaba con Egipto por temor a que Seti pudiera rastrearlo, pero era imposible que el hebreo siguiera desconociendo la muerte del rey. La noticia había corrido por todos los reinos cercanos, y Ramsés recibió cartas de pésame y deseos de prosperidad en su ascenso al trono, provenientes de varios puntos de Asia. De Madián a Egipto viajaban muchos mercaderes que igualmente habrían puesto a circular la noticia en el pueblo. Si Moisés no había tratado de comunicarse ni una sola vez, era porque no quería hacerlo.

Libi ShelekhaWhere stories live. Discover now