Capítulo 43

3.1K 251 182
                                    


Muy temprano en la mañana, cuando Leila acompañaba a Uri y Hur hacia el puesto de joyas en el mercado, Miriam apareció de improviso a mitad de camino, y después de mediar un breve saludo con ellos, apartó a Leila de los dos hombres para hablarle e...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Muy temprano en la mañana, cuando Leila acompañaba a Uri y Hur hacia el puesto de joyas en el mercado, Miriam apareció de improviso a mitad de camino, y después de mediar un breve saludo con ellos, apartó a Leila de los dos hombres para hablarle en privado. Uri y Hur siguieron su trayectoria, y Miriam encaminó a Leila hacia un costado solitario de la plaza; quería reclamarle por lo que le había dicho a Aarón. De inmediato, Leila sospechó cuál sería el tema del que hablarían, y una vez que se detuvieron y quedaron cara a cara, decidió tomar la delantera.

—Sé de lo que quieres hablar —dijo—, y antes que nada te pido perdón, Miriam. Yo sé que en este momento estás muy enfadada conmigo... y que probablemente piensas que soy la peor amiga por lo que le dije a tu hermano. Pero sentí que era necesario hacerlo. Te estás desviando del camino correcto. ¿Quién mejor que tu familia para hacerte entrar en razón?

—¡Pero no tenías ningún derecho! —replicó Miriam, airada—. ¡Claro que eres una terrible amiga! ¿Acaso pensaste en el daño que podrías causarme al decirle a Aarón todo eso?, ¿por qué en lugar de hablar conmigo primero, fuiste directamente con él?

—Tal vez porque ahora casi nunca vas a la villa y muy rara vez apareces aquí en la plaza... No sabía cuándo regresarías. Pero sabía que lo que me había dicho Gahiji era muy serio y no tenía espera. Se trata de tu vida, de tu futuro... de todo Miriam. Quiero lo mejor para ti. —Levantó las manos en son de plegaria—. Juro por Dios que, aparte de tu hermano, no le he contado ni le contaré a nadie más lo que sé.

—¿Y qué es lo que sabes exactamente? ¿Qué fue lo que te dijo Gahiji? ¿¡Con qué clase de pruebas se atreve él a hablar sobre mí!?

Miriam se veía muy molesta; se había cruzado de brazos y percutía con fuerza el pie contra el suelo. Leila no estaba preparada para afrontar a mitad de la calle sus reclamos, pero hizo el más tranquilo esfuerzo por explicarle la razón de su proceder. Después de conminarlo a que no la dejara con la duda, Gahiji le había contado que las reuniones entre ella y Ramsés iban más allá de un par de veces y de cualquier amistad tradicional. Ahora sabía que ambos se habían encontrado durante dos meses seguidos en la azotea del palacio, y que hacía un corto tiempo atrás (por las fechas en que el faraón partiría a la guerra), habían compartido una especie de cena romántica en uno de los vergeles. Fue eso lo que Leila le repitió a Miriam con exactitud, para responder qué tanto sabía sobre su relacionamiento con el rey.

—Gahiji es una de las personas más honestas que conozco. Sé que jamás me mentiría. —Aseveró Leila—. Él no me habló de esto con mala intención. Se equivocó. Creyó que por ser tu amiga yo sabría algo. Al comienzo lo reñí porque no creía que fuera cierto; le dije que te conozco y que sé la clase de persona que eres. Pero luego recordé lo que antes me habías contado: sobre lo bien que ahora te llevabas con el faraón, y entonces me preocupé porque pensé que existía la posibilidad de que aquello fuera verdad. Lo primero que se me ocurrió fue ir a buscarte, pero no pude hacerlo. Sabes que la entrada al palacio está prohibida para los esclavos; comunicarse con los trabajadores del interior es más complicado todavía: no hay quien quiera llevar un recado de nosotros. Si hablaba con tu madre... ella se lo habría dicho a tu padre. Aarón era mi última opción. Sentí que era correcto comentarle la clase de información que había llegado hasta mí. Yo sabía que él no le diría nada a tus padres hasta que pudiera hablar contigo.

Libi ShelekhaWhere stories live. Discover now