Capítulo 7

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Hablando con los mercaderes, Disebek finalmente logró dar con los ladrones en las calles de Egipto

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Hablando con los mercaderes, Disebek finalmente logró dar con los ladrones en las calles de Egipto. Ambos hombres se habían mostraron demasiado nerviosos al ver al general y se paralizaron de miedo cuando los guardias los arrestaron para llevarlos ante la reina Tuya y la princesa Henutmire, quienes ahora eran espectadoras en el interrogatorio de los sospechosos.
Disebek les preguntó a los hombres en dónde vivían realmente y ellos aseguraron vivir en la villa.

¿Y qué negocios podrían tener dos hebreos en Egipto, como para pasearse todos los días por aquí?, ¿por qué no trabajan en las obras como todos los demás?

Ambos contestaron que llevaban loza hebrea al mercado para venderla y ayudaban a organizar el resto de la mercancía que llegaba.

Por los dioses, no tenía idea de que los organizadores de mercancía ganaran tanto como para tener su casa llena de joyas y objetos valiosos —dijo Disebek, colocando delante de ellos una canasta que contenía los elementos de oro robados. Los hombres empezaron a sudar excesivamente, y su torpeza para explicar e inventar historias terminaron por hacer que se enredaran en sus propias mentiras y quedaran expuestos.

Es mejor que hablen con la verdad ahora que tienen la oportunidad —continuó el general—, sus nervios los están delatando. Es más que obvio que son un par de ladrones. Sin embargo... Aunque es un delito por el cual pueden recibir un buen castigo... no es exactamente esto para lo cual los cité hoy, sino para algo más importante...

En ese momento Disebek sacó la espada del príncipe, sosteniéndola por la empuñadura. La extendió hacia los hebreos para que la vieran y les dijo:

Como ya sabrán... el príncipe Ramsés está desaparecido... Esta es su espada, la encontraron tirada en la villa... Y algunas personas me informaron que los vieron a ustedes dos saliendo de allí, el mismo día en que él desapareció.

Los dos hombres palidecieron al instante. Temieron que alguien los hubiera visto subiendo los cuerpos desmayados del príncipe y la mujer hebrea a la carretilla, pero, por las dudas, negaron saber algo sobre la desaparición. Le dijeron al general que no habían visto ni escuchado nada durante el tiempo que estuvieron en la villa.

La princesa y la reina se miraron mutuamente, como en una especie de comunicación telepática. Henutmire llevaba en su mano un brazalete, y al contemplarlo comenzó a tener un recuerdo: dos guardias habían llegado al palacio unas horas antes para entregar los objetos valiosos encontrados en la villa, y la princesa solicitó la ayuda de Hur para revisar cada pieza, a fin de buscar alguna pista que pudiera vincular a los ladrones con la desaparición del príncipe. En medio de la pesquisa, encontraron una pista clara y contundente de sus sospechas: dentro del canasto de joyas había un brazalete de Ramsés, que justamente la princesa le había obsequiado en uno de sus cumpleaños.
Cuando finalizó el recuerdo, la princesa se puso en pie y caminó hacia los dos hombres, sacudiendo el brazalete frente a sus caras.

Libi ShelekhaWhere stories live. Discover now