Capítulo 14

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Los caminos de Ramsés y Miriam se separaron definitivamente al llegar al  palacio de Egipto, luego de que la caravana fuera recibida por una  aglomeración de súbditos que aplaudían entusiasmados

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Los caminos de Ramsés y Miriam se separaron definitivamente al llegar al palacio de Egipto, luego de que la caravana fuera recibida por una aglomeración de súbditos que aplaudían entusiasmados. El príncipe y la hebrea se fueron por su lado sin una palabra o señal de adiós, pues estaban tan ansiosos de ver a sus familias que corrieron hacia sus respectivos hogares olvidando cualquier formalidad de despedida.

La reina Tuya y la princesa Henutmire fueron informadas del regreso de las tropas y se apresuraron a recibir al futuro rey. Ambas envolvieron a Ramsés en un fuerte abrazo, llorando de felicidad, pero el cúmulo de emociones hizo que la reina se desmayara, de modo que el reencuentro tuvo que continuar dentro del palacio con más privacidad.

Ikeni escoltó a Miriam hasta la villa, y una vez allí, le deseó que tuviera un buen reencuentro con su familia y se marchó. La hebrea se acercó a su casa, deseando abrir la puerta de par en par para anunciar su sorpresivo regreso, pero temió llegar a descompensar a sus padres de esa manera y prefirió golpear como lo haría cualquier visitante.

Jocabed se encontraba en casa en ese momento, acompañada de Abigail y Eliseba, y cuando escuchó el golpeteo en la puerta se levantó sin prisa, creyendo que se trataba de Aarón y Amram que regresaban de las obras. Al abrir la puerta, sin embargo, se llevó la grata sorpresa que venía esperando desde el día en que su hija desapareció: vio a Miriam frente a ella, sana y salva. Se puso una mano en el pecho casi sin respiración y Miriam la abrazó con todas sus fuerzas, sin darle tiempo de procesar el impacto.

¡Miriam!, ¡hija mía! —exclamó Jocabed al cabo de un instante, llorando y correspondiendo el abrazo. Abigail y Eliseba corrieron hacia la puerta, e igualmente emocionadas, abrazaron a su amiga en medio de sollozos.

Aarón y Amram arribaron a la casa unos minutos después, y la emoción de reencontrarse con Miriam fue indescriptible. Aarón también comenzó a llorar y Amram se arrodilló en el suelo para agradecer a Dios. Luego se unieron al abrazo con el resto de las mujeres, felices y aliviados de tener a Miriam nuevamente en casa.Pronto Jocabed dispersó el abrazo grupal y revisó a su hija para cerciorarse de que no estuviera enferma o herida, mientras esta trataba de tranquilizarla y decía que estaba en perfecto estado, aunque tenía un hambre voraz. En lo que Jocabed corrió a la cocina para servirle algo de pan, Aarón y las mujeres llenaron de preguntas a Miriam con el afán de saber cómo se encontraba y qué era lo que realmente había sucedido, pero Amram les pidió que la dejaran descansar, pues más adelante tendrían tiempo para saberlo todo.

 En lo  que Jocabed corrió a la cocina para servirle algo de pan, Aarón y las  mujeres llenaron de preguntas a Miriam con el afán de saber cómo se  encontraba y qué era lo que realmente había sucedido, pero Amram les  pidió que la dejaran descansa...

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