Capítulo 58

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—Miriam ya se tardó mucho, ¿no te parece? —preguntó Amram, sentado al borde de su cama con los brazos cruzados mientras golpeteaba el suelo con un pie

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Miriam ya se tardó mucho, ¿no te parece? —preguntó Amram, sentado al borde de su cama con los brazos cruzados mientras golpeteaba el suelo con un pie.

Ya pasaron dos horas —respondió Jocabed desde la cabecera—. ¿Qué habrá pasado?

No sé. —Caviló con la mirada ausente sobre las baldosas del suelo y luego se giró un poco para ver a su esposa—. ¿Debería ir a buscarla?

Mejor no. Si el faraón te ve merodeando por ahí, quizás pueda molestarse. Va a pensar que desconfías de su palabra.

Pues ese es justo el problema: no confío en él... y ahora tampoco en Miriam. ¿Qué tanto tienen que decirse para haber estado ya dos horas juntos?

Esperemos un poco más. Miriam no debe tardar.

Casi enseguida alguien tocó a la puerta. Amram se levantó de un brinco y en dos zancadas estuvo frente a ella esperando ver a su hija, pero al abrir se encontró con el mismo heraldo que había ido en la mañana a notificar que el faraón deseaba ver a Miriam.

Señor Amram —dijo el hombre en tono formal—; he venido a informarle que el faraón desea verlo a usted y a todos los miembros adultos de su familia en la sala del trono. -Puso las manos en la espalda y avisó-: Yo los guiaré hasta el lugar.

¿Mi hija está con él?

Sí señor. Ambos se encuentran allí.

Amram volvió la cabeza para mirar a Jocabed, quien ya se había puesto en pie e iba acercándose a la puerta con curiosidad.

Gracias por el aviso —contestó el hebreo, saliendo de la habitación—. Voy a buscar a mi hijo Aarón; no tardo.

Mientras Amram se dirigía a la sala contigua, Jocabed quiso saber si el heraldo conocía la razón por la que el rey los había convocado, pero una vez más se encontró con una negativa. «¿A qué se deberá tanto misterio? —pensó—. Miriam ha estado tan callada y distante estas semanas... Elohim, espero que no haya más problemas».

Libi ShelekhaWhere stories live. Discover now