XXVII: Cenizas

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La sangre goteaba de su boca, cayendo sobre las sábanas que en algún momento habían Sido blancas. Sentía el sabor metálico inundar su cavidad bucal con cada segundo que pasaba, mientras el goteo de sangre se hacía cada vez más rápido al pasar el tiempo.

Retuvo un grito, obligandose a ahogarlo.

Cerro su boca, llevando las mangas de su remera a su boca, limpiando la mayor cantidad de sangre que pudiese y tragando la mayor cantidad de sangre que ingresara a su boca, claramente, logrando que su garganta comenzará a arder.

Sintió como de a poco parecía enloquecer. Entre la sangre, las sábanas, y su nerviosismo ya no sabía que emoción podría retenerla hasta que la hemorragia cesará.

Corrió hasta el baño de la habitación, una vez ahí, abrió su boca, dejando que todo el líquido rojo se deslizara fuera de su boca, manchando el lavamanos y salpicando el espejo sobre este. Sorprendentemente luego de unos segundos la hemorragia cesó, dejando a consecuencia un ardor amargo en su garganta y un gusto horrible en su cavidad bucal.

A los segundos, la puerta del baño se abrió con brusquedad, dejando ver detrás de esta a Emery y George, quienes observaba la escena con preocupación George, mientras analizaba las gotas de sangre goteando por la barbilla de la pelinegra, las cuales manchaban el marco de la taza del inodoro, sin embargo, está en ningún momento le dirigió la mirada.

-¿Belle, estás...? --pero se vio obligado a dejar sus palabras en el aire.

Se acercó, observándola con miedo y preocupación, tomándola entre sus brazos al ver cómo está se desvanecia sobre el gelido suelo. Con ayuda de Emery, coloco sus brazos al rededor del cuerpo de la pelinegra, cargando su peso.

Se la llevó, recostandola sobre el sillón de la habitación, para luego aproximarse a las sábanas, las cuales parecían prueba de un homicidio.

En los últimos minutos, la sangre se había expandido con rapidez, absorbiendo la cantidad suficiente de tela blanca como para traspasar hasta el suave colchón.

Giró, dirigiendole una mirada de preocupación a Emery quien rápidamente le devolvió la mirada.

Tomo la sábana, encerrandola entre sus manos y lanzandolos lejos de el, para colocar unas nuevas casi al instante, eliminando cualquier rastro de sangre de la cama. Con un movimiento de varita limpio la sangre sobre el colchón, el cual quedó como nuevo en segundos.

El nerviosismo de apoderó de su cuerpo.

Mordió su labio inferior, las cosas estaban cayendo en picada. Sentía su interior picarse con facilidad al pensar que alguien le estaba generando esos síntomas con un propósito maligno. Primero los vomitos, luego los dolores de cabeza, de estómago, y por último, la sangre, ¿Que seguiría?.

Deslizó una mano por su nuca, pasándola por su cabello centelleante en un solo movimiento, sintiendo la frustración consumir su cuerpo por completo.

Giró para ver cómo la joven seguía desvanecida sobre aquel incómodo y pequeño sillón.

Emery la alzó con facilidad, colocándola sobre las sábanas nuevas, las cuales la abrigaron con su calidez pura, dónde su cuerpo volvía a obtener una temperatura aceptable. Sin embargo, su piel se seguía manteniendo pálida bajo la luz de la luna.

George paso la mano por el cabello de Belleza sintiendo lo rizado pero a la vez, suave de este, ingiriendo ese olor deliciosos a naranja y lavandas que corría por la habitación de Belle.

Emery paso una mano por la frente de la dama, colocando su palma sobre está, encontrandose con una temperatura tibia pero parecía que la fiebre se había esfumado drásticamente.

Serendipia Pelirroja | G Weasley | +18Where stories live. Discover now