XLII: Cabra.

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George se revolcó sobre las sabanas desacomodadas de la cama, en busca de el calor que el frio que ingresaba por la ventana le arrebata.

Abrió sus ojos irritado, dirigiendole una mirada asesina a los ventanales que permanecían abiertos de par en par, dejando que todo el viento que se producía en el exterior impacte contra el cuerpo de George sin piedad alguna, erizando su piel.

Sintió como el olor a cafe, mermelada y pan tostado ingresaba como un intruso a su habitación, abriendo rápidamente su apetito mañanero, el cual solía ser voraz.

Despejó su cuerpo de las sabanas de algodón, sintiendo como un leve frio se apegaba con rapidez a su cuerpo. 

Tomo un grande suéter, aquellos de los que su madre solía tejer cada navidad. Era de color rojo con una enorme "G" en el medio, de color amarillo. Se lo coloco sobre la camiseta antes de salir de la habitación, aun con el cansancio a flor de piel.

Hasta las marcas de la almohada seguian adheridas a su rostro.

Camino hasta la cocina, ignorando la presencia de su gemelo a unos metros de el, quien observaba cada uno de los movimientos lentos y cansados que este daba.

Fred parecía convivir, aquella mañana, con un oso perezoso.

Tomo una taza, virtiendo la cantidad suficiente de cafe como para ser funcional al menor las doce horas que debía de permanecer en la tienda, la cual, se suponía que debía de abrir en dos horas.

Sintió la mirada curiosa de su gemelo sobre sus movimientos, lo cual le irritó notablemente.

—¿Me dirás que te ocurre o tendré que torturarte para que me lo digas?. ——rompió el silencio el mayor, dejando el plato con tostadas a un lado.

George arqueo una ceja, dejando su taza sobre la mesada.

—Supongo que es demasiado obvio, hermano. —— señalo las ojeras moradas debajo de sus ojos, estas causadas debido a lo poco que había descansado la noche anterior, ya que estaba demasiado ocupado sobrepensando las cosas como para descansar con normalidad.

—Ya lo sabia, no eres muy discreto para llorar, Georgie — le guiño un ojo, burlon, a su gemelo —. ¿Discutiste con Belle?.

George nego levemente con la cabeza, dandole un sorbo a el cafe.

—Si —— coloco la taza entre sus manos, sintiendo el calor que esta despegaba —, le dije que se olvidara de mi, que ya no quería volverla a ver, Freddie.

Fred asintio, comprendiendo las palabras de su gemelo.

—Esta bien, pero ¿tu enserio quieres que ella se olvide de todo... incluso de ti?. — Fred sonrió levemente, conociendo a la perfección la respuesta que su hermano le daria.

George pensó por unos segundos su respuesta.

—No... — respondió finalmente —, pero no puedo dejar pasar lo que hizo por alto, fue realmente... doloroso.

Fred sonrió levemente, admirando a su gemelo con cariño.

—Si me permites tener una opinion... — apoyo sus manos sobre los hombros del menor —, deberían de hablar, Bella jamás demostró ser ese tipo de persona repulsiva y mentirosa, incluso me extraña — le sonrió a su gemelo, retrocediendo unos pasos para guiar su vista hacia una carta sellada posada sobre el microondas —. Ah, y eso llego para ti esta mañana.

George lo miro extrañado.

—¿De quien es?. — pregunto con confusion.

—No lo se, no lo abri. 

Serendipia Pelirroja | G Weasley | +18Where stories live. Discover now