XXXIII: Secuestro

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La lluvia proveniente del cielo tempestuoso golpeó con fuerza hasta los lugares más recónditos del pueblo de Hogsmeade, obligando a los habitantes de Hogsmeade a refugiarse debajo de los techos de sus hogares o propios de los bares o tiendas que rodeaban el pequeño pueblo.

Normalmente, al ser un pueblo cercano a el colegio de magia y hechicería de Hogwarts, también debían soportar los climas tempestuosos con los que convivía a menudo dicho colegio.

George repaso con su mirada las fotos que empezaba a colocar la elfa doméstica sobre los diferentes tipos de estantes al rededor de la sala.
Muchas de estas fotos, era Belle de pequeña frente a Hogwarts, con dos amigos más.

Uno lo reconoció, Dominique. Esta mantenía su nueva varita tan alto que podría haber casi tocado el cielo.
Y a su lado, Arela, quien miraba la situación con una sonrisa resplandeciente sobre sus rasgos tan finos.

La segunda foto que coloco la elfa, se trataba de una mujer preciosa a el lado de una Belle pequeña. Esta mujer acariciaba el cabello de la niña pequeña con tanto cariño que enternecio, de cierto modo, el corazón del pelirrojo.

Su vista divagó entre los diferentes cuadros, adornos y mosaicos con los que Belle, normalmente, decoraba su hogar.
Estos adornos eran preciosos, y siempre conseguían tocar ese efecto que Belle dejaba en los demás.

Aquella sensación de calidez.

Luego de colocar los adornos por completo, la elfa doméstica, se giró a dedicarle una sonrisa al joven pelirrojo, luego, salió de la sala hasta llegar a la cocina, encerrandose en esta por completo.

George sonrió al notar el cuadro donde el retrato de El, Belle y Emery se posaba sobre la chimenea. Los tres sonreían divertidos, mientras Fred, del otro lado de la calle les lanzaba bolas de nieve.

Salió de la sala, mientras recorría el angosto pasillo del departamento, noto los diferentes tipos de cuadros y lo preciosos y casi perfectos que estos lograban ser.

Claramente, Belle los había hecho con sus propias manos.

Tomo el manubrio de la puerta de madera y la abrió con delicadeza, encontrándose con una Belle enfurecida del otro lado de la puerta.

Miles de montones de bollos de papel rodaban en el piso, mientras un cuaderno iba perdiendo sus hojas con rapidez.

Belle al notar el ruido de la puerta, giro su cabeza entorno al pelirrojo, descifrando entre sus ojos a George, quien le dedicó una sonrisa un poco extrañada al ver el montón de papeles en el piso.

Sin embargo, parecía que su multitud de sentimientos fusionados le impidieron ver con claridad.

Arranco otra hoja del cuaderno al ver que su dibujo no están saliendo como quería -por milésima vez-.

Soltó un gruñido de irritación al notar que la punta del lápiz se encontraba partida al medio, por lo tanto, lanzó el lápiz al otro lado de la habitación en un intento de retener sus emociones.

Cualquiera que la conocería por primera vez la mandaría directamente a un psicólogo.

George se acercó hasta la pelinegra, deslizando sus manos sobre los hombros de esta con suavidad, regalandole un poco de su calor corporal al frotar sus manos contra sus hombros tapados por un suéter de lana.

-Esta maldita mierda no me sale. -Belle mordió la lana de su buzo con suavidad, fijándose una y otra vez en los detalles sobre marcados que quedaron en las hojas al apretar demasiado el lápiz en ellas.

George giro a examinar, una vez más, los papeles en el piso, los cuales rodeaban sus tobillos.

-Ya veo. --murmuro, pateandolos hasta dejarlos lejos de el.

Serendipia Pelirroja | G Weasley | +18Where stories live. Discover now