LV: El final.

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La emoción palpable podía sentirse en cualquiera de los rincones de la residencia Black. Dónde todos se preparaban para la boda, la cual, llegaría en menos de veinticuatro horas.

El aroma a calas, lavandas y rosas se dispersaban por el extenso pasillo de la residencia al ser transportadas de mano en mano, listas para usarlas de decoracion en el parque trasero de la residencia Lupin-Weasley.

Esta casa en las afueras de Londres muggle,  había sido recientemente comprada por Belle Lupin y George Weasley, pasando de una casa un tanto con una pinta vieja, a una completamente nueva y moderna.

Sus colores grisáceos y blancos por fuera le daban una apariencia fina y delicada, sin embargo, el interior aún se encontraba por acomodar. Debido a que los muebles habían llegado hacía poco tiempo y, entre las pinturas, parque y arreglos de boda, no quedo tiempo para organizarlos como se debía.

El sonido de las patas de una pequeña mesa ratona rechino al hacer presión contra los tablones de madera, llevándose una mueca de disgusto por parte de George, quien arrastraba los muebles hasta dejarlos en sus respectivos lugares.

Levantó la mirada al notar como Rulos, —un pequeño perrito que habían adoptado el día anterios—, se subía sobre una repisa repleta de vajilla de cerámica.
Sus rizos sobre el pelaje se agitaron en el aire en el mismo momento en el que Rulos subió sobre la repisa, causando que uno de los platos de cerámica cayera sobre la alfombra, rompiéndose en cientos de piezas que, rápidamente, se dispersaron por el piso.

George soltó un gruñido de cansancio antes de acercarse a la repisa.
Se paró en las puntas de sus pies para alcanzar a el perrito mestizo, tomándolo por las patas delanteras y poniéndolo a la altura de sus ojos.

Básicamente, como si se tratara de un padre regañando a su hijo.

—Si no son niños, son perros, dios me valga. —— coloco a Rulos debajo de su brazo, aprisionandolo entre su codo y sus costillas izquierdas.

Camino hasta un lugar donde ya no podía notar los pedazos de cerámica, dejándolo suavemente sobre el piso, dónde al sentir el contacto frío de los tablones contra sus patitas, rápidamente salió corriendo por las escaleras en busca de Belle.

A los segundos, Belle bajo las escaleras corriendo.
Su cabello mojado serpenteaba a los lados de su hombro con cada paso que daba.

—¿Que paso? —— pregunto, llamando la atención de George, quien se giró para observarla con una leve sonrisa.

—Rulos rompió un plato — señaló hacia los pedazos de cerámico esparcidos por el tapete —. Si no son niños escandalosos, es un perrito tonto e indefenso.

Belle carcajeo, agitando su varita para que el plato rápidamente se reconstruya, colocándolo otra vez sobre la repisa.

Se acercó hasta su esposo, dejando un pequeño beso sobre sus labios enrojecidos.

Incluso pudo notar unas pequeñas marcas rojizas en su mandíbula, de las cuales ella era dueña.

Sonrió al recordar la noche anterior, luego, volvió la vista a George, quien solo observaba como Rulos se revolcaba por el piso para llamar la atención de Belle.

—No es justo, a mí se me hace el demonio ¡Y a ti te ama! — frunció el entrecejo, tomando el perrito entre sus manos. Este rápidamente comenzó a retorcerse en sus manos, desesperado por huir en dirección a Belle.

Belle soltó una risa sonora, arrebatándole suavemente el perrito a George.

—Esto es demasiado hipócrita de tu parte, Georgie — noto la mirada fulminante de George, sin embargo, no levantó la vista para corroborarlo —. La otra vez bromeabas con querer tener un pequeño azabache correteando por la casa, y ahora te quejas por un perrito que no tiene ni un año.

Serendipia Pelirroja | G Weasley | +18Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum