L: Corazones rotos por doquier.

378 29 42
                                    

Los dedos de Belle tamborileaban sobre la mesa pulida en mármol, dejando que sus dedos reflejaran la impaciencia que recorría su cuerpo como un enjambre de avispas furiosas.

De fondo, Remus intentaba sacarle palabra a la muchacha, sin exito. Belle ignoraba cada una de sus palabras debido a que la nota de "N.A.M" seguia aferrandose a su mente, apropiándose completamente de su atención.

Remus rodeo la mesa, sentandose frente a la muchacha, quien aun mantenía la vista perdida.

—¿Belle?. —— pregunto.

La nombrada cerro sus ojos, aun sin levantar la vista hasta el cual en algún momento había sido su padre.

—¿Conoces a alguien que contenga las iniciales N, A, M?. — pregunto, aun en un intento de descifrar el nombre de la persona que había esculpido su letra en pergamino, dejándola con una clase de dudas tan furiosas que amenazaban con explotar su cabeza.

Remus busco la mirada de su hija, sin embargo parecía que Belle se resignaba en pensar en otra cosa que en la carta del desconocido.

Incluso parecía importarle poco el hecho de que debajo de su costilla tuviera un corte que continuaba brotando sangre por encima del vendaje improvisado que Sirius le hizo en un intento desesperado de parar la sangre.

—No — nego, rindiendose en la búsqueda de los ojos de Belle, bajando la vista —. Deberías de preguntarle a Aberforth, probablemente el tenga la respuesta que necesitas — miro de reojo a la pelinegra, quien ahora si observaba a el mayor.

Belle resoplo, dejando caer su varita sobre la mesa.

—Probablemente. 

Un silencio rodeo a ambos antes de que Remus hablara, irrumpiendo cualquier pensamiento que hubiera tenido Belle en aquel momento.

—Te extraño, hija. — estiro su brazo, tomando la mano palida -gracias al frio-, de la muchacha.

Esta se sobresalto levemente, sin embargo, no retiro la mano.

Por mas difícil que se le haga lograr aceptarlo, no podia negar que extrañaba aquel calor paternal que su padre le había brindado desde su niñez. Aquel cariño el cual parecía que ninguna fuerza maligna o ninguna tijera podría cortar, aquel cariño de padre e hija que parecía mas puro que cualquier lazo que Belle podría haber tenido.

Incluso pudo cuando era niña, recordar el día en el cual su padre la abrazaba entre sus brazos otorgandole seguridad luego de que un grupo de matones le hayan insultado por utilizar palitos caídos de los árboles como varitas.

Matones muggles.

El día luego de la pelea en el ministerio, donde Sirius salio gravemente herido.

Aquel día su padre no se despego de ella, puesto que sabia el lazo fuerte que tenía con Sirius, y, probablemente, que el posible fallecimiento de Canuto podría traer grandes problemas emocionales para la pelinegra.

Sabia a la perfección que su padre jamás se comporto fuera de su papel, e, incluso, siempre quería lo mejor para sus hijos y tratar de evitar las peleas entre ellos.

Por mas que Belle no fuera de su sangre, el siempre la cuido y amo como una hija mas.

Un abrazo de aquellos que traigan en vivo los recuerdos mas ocultos de su mente, era lo que mas necesitaba. Un abrazo de su padre.

Levanto la mirada unos escasos centimetros para observar como unas lágrimas se deslizaban por las mejillas del mayor, obligando a su corazon a estrujarse por completo.

Serendipia Pelirroja | G Weasley | +18Onde histórias criam vida. Descubra agora