XLIV: San Mungo.

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Un silencio aterrador se instalo en la sala mientras observaban como George se desangraba poco a poco. Su cuerpo se hundía en un charco tumultuoso de sangre, pronto, toda su sangre yaceria fuera de su cuerpo creando al rededor de su cuerpo un trono rojo siniestro.

El primero en reaccionar fue Fred, quien se arrodillo y se inclino sobre su gemelo, quien ya había perdido la consciencia hacia tan solo segundos. Sus lágrimas chocaron contra el pecho cubierto de sangre de su gemelo, y sin pensarlo, comenzó a hacer presión sobre las heridas para que la sangre ya no fluya de estas, en vano. La sangre siguió escapando, pintando las manos del pelirrojo de la sangre de su propio hermano.

Belle se acerco hasta el cuerpo de George, amago a sacar su varita cuando recibió un fuerte empujón por parte de Fred. La sangre de George mancho sus pantalones y blusa.

—¡No lo toques! — bramo entre lágrimas —, ¡No quiero que nadie lo toque!.

Belle se levanto con el entrecejo fruncido, señalando el cuerpo ensangrentado del pelirrojo. Fred siguió su señalador dedo, observando el rostro de su gemelo, el cual poco a poco iba perdiendo el color.

—¡Míralo, Fred! — grito, estrujando con su mirada la posición defensiva que Fred había tomado —, ¡si no hacemos nada pronto el proximo funeral sera el de George!. 

Fred trago con furia, escrudiñando en su mirada los ojos de Belle.

—¡Esto es tu culpa, Belle! —— ataco Fred jadeando.

Belle se inclino sobre el cuerpo de George, rozando con su varita las heridas abiertas que había causado la maldición. Poco a poco estas comenzaron a cerrase, dejando espantosas cicatrices en su lugar. La sangre empapo las manos, pantalones y blusa de la platinada, quien a la par de su movimiento de varita murmuraba cierto conjuro que parecía estar en latin.

A los pocos segundos el cuerpo de George dejo de temblar, acompañándolo de un color palido de piel. Lo unico audible en la habitación eran los sollozos dolorosos de Fred, quien rápidamente tomo la cabeza de su hermano para abrazarla con dolor.

La platinada acerco sus dedos hasta el cuello de George, concentrada en percibir el pulso de este palpitando debajo de su mandíbula. A los pocos segundos lo percibió, débil, pero ahi estaba. Se levanto con ciertas lágrimas escapandole de sus ojos.

—Debemos llevarlo a San Mungo — le dirigió una mirada al grupo, quienes solo admiraban la escena como si contemplaran un cadaver—, ahora.

Un extraño ruido proveniente del cuerpo de Dilys llamo la atención de el grupo. Al girar, vieron como el cuerpo de Dilys se deshacía en polvo, poco a poco este termino convertido en algo muy parecido a la arena.

Todos observaron sorprendidos la escena por unos segundos, hasta que los sollozos de Fred volvieron a ser lo mas importante.

Sirius consiguió llevar a Remus y Emery a Grimmauld Place, debido a que ninguno de los dos había despertado de su estado de inconsciencia hasta el momento.

Harry y Tonks se encargaron de avisarle a Molly y Arthur lo sucedido, mientras Fred y Belle se encargaron de llevar a George hasta San Mungo.

Aquella parecía que iba a ser la noche mas larga del mundo, donde ahogarse con dolor, lágrimas y lamentos seguramente no seria nada extraño.

...

El olor a hospital, gasas y medicinas ingresaba por las fosas nasales de Belle, quien se encontraba sentada a un lado de Fred, quien esperaba con una mueca de impaciencia alguna noticia por parte de las enfermeras.

Serendipia Pelirroja | G Weasley | +18Where stories live. Discover now