Capítulo cuarenta y cinco.

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El proyecto estaba tardando más de lo esperado, arruinando los planes de pasar más tiempo con Eddie. Richie lo notó, claro que lo notó, pero estaba tan malditamente ciego de las verdaderas intenciones de Betty y de su grupo de amigas.

Terminó pasando más tiempo de lo planeado con Betty. Ella era tan agradable como todo el mundo decía, pero solía ser molesta e insistente, especialmente en hacer aquel proyecto del que no habían avanzado mucho, por cierto. Quería verse con él todo el tiempo. En la escuela siempre iba aferrada del brazo de Richie como si fueran íntimos, eso le incomodaba un poco y trataba de soltarse cuando podía en los pasillos, se había cambiado de asiento en casi todas las materias, mudándose lo más cerca posible a Tozier. Claro que todo esto lo mantuvo un poco alejado de Eddie, ni siquiera se dio cuenta de que había comenzado a sentarse en la mesa de Betty cuando ya estaba riendo a carcajadas con ellas. Betty estaba tan cerca de Richie que sus codos casi chocaban mientras almorzaban aquel viernes.

Nunca se dio cuenta que desde la mesa de los perdedores, cinco pares de ojos lo miraban atentamente y uno de ellos lo hacía con tristeza.

Iría a la casa de Eddie esa noche. Era viernes, por lo tanto esperaba poder pasar esa noche con su novio. Como no había podido estar todos esos días con él, pensaba recompensarlo del tiempo que estuvo algo ausente. Se estaba mirando al espejo mientras acomodaba su camisa y sus pantalones, Mike le había aconsejado que usara cinturón cuando estos comenzaron a caerse de su cadera y le incomodaba tener que subirlos a cada un minuto. Richie además de ser alto, era un flacucho, aunque tenía algo de masa muscular más marcada en algunas partes visibles de su cuerpo. Sus brazos eran una de esas partes. Terminó de peinar su cabello como normalmente lo peinaba y bajó corriendo las escaleras de su casa. Saludó a su madre casi a los gritos y se dirigió a la puerta, entusiasmado de por fin tomarse un descanso de esa semana jodidamente pesada.

Sin embargo, un cuerpo mucho más pequeño chocó de lleno con el suyo apenas abrir la puerta. Extendió los brazos cuando otros brazos más delgados se aferraron a su cintura.

— ¡R-richie, estás aquí! P-por Dios, ¡al fin encuentro a alguien!

El nombrado parpadeó, más que horrorizado al tener a Betty Ripsom llorando sobre su hombro. Sintió que las lágrimas mojaban su maldita camisa recién lavada y planchada.

— Eh, bueno... Yo estaba apunto de salir.

No había correspondido a su abrazo, pero trataba de empujarla suavemente por los hombros para que lo soltara. Ella no pareció entender esto, porque no se soltó a la primera, pero por fin se separó de él. Enseñando una terrible expresión de horror en sus delicadas facciones. Richie la miró confundido y desvió la mirada rápidamente, avergonzado. Nunca fue bueno en tratar de consolar a gente que estaba llorando, al menos no con la que no tenía tanta confianza.

— ¡A-alguien me estaba siguiendo, Rich! Estaba caminando a mi casa y escuché pasos detrás mío. —Comenzó a explicar, moviendo sus manos con nerviosismo y mirando a su alrededor como si estuviera buscando algo con la mirada. — Cuando giré para ver quién era, solo pude ver una sombra negra venir detrás de mí a toda velocidad, ¡fue horrible Richie, horrible! Tu casa era la más cercana, por eso vine aquí, espero que no te moleste.

Richie miró nerviosamente a su alrededor; no había nadie más a su vista, pero era consciente de las locuras que ocurrían en Derry. Después de haber sido perseguido por un payaso que casi mata a cada uno de sus amigos, no podía seguir confiando más en ese maldito pueblo.

— Puedo acompañarte a casa si quieres. —Respondió aún inseguro, no acostumbraba a meter extraños a su casa.— Yo no veo a nadie, tal vez se fue.

my medicine ; reddie (editando)Where stories live. Discover now