Capítulo seis.

4.3K 451 632
                                    

El camino de regreso a casa fue silencioso. Solo se podían escuchar las respiraciones de ambos chicos y sus pies arrastrándose en las hojas y ramitas otoñales que descansaban en el suelo de los Barrens. Ambos confundidos; emocionados, nerviosos. El silencio podía demostrar muchas cosas más, pero definitivamente no era incómodo para ninguno de los dos. El camino fue ameno, pese a que ninguno de los dos podía dejar de pensar en la conversación que tuvieron en los Barrens, en ese lugar que ahora era nada más de ellos dos.

————————————

Eddie estaba sentado acomodando las almohadas en su cama, donde dormiría Richie. Luego de varios minutos tratando de convencer a su amigo de que durmiera en el colchón, este finalmente aceptó, no sin antes bromear de que sería mucho mejor si durmiera en la cama de Sonia Kaspbrak, lo cual llevó a Eddie darle un golpe / sin fuerza / pero amistoso en el hombro.

Dos pijamadas seguidas, este es el maldito mejor récord de todos.

Cierra la boca, chee'. Recuerda que mi madre no sabe que estás aquí y nos meterás en problemas, idiota. (Esto no es un apodo argentino, es un diminutivo para RICHIE/RICHI/CHEE/).

Chee'... Oh Dios, a Richie le encantaba.

—Oh, Eddie mi amor. Los problemas forman parte de mí.

Para sorpresa de Richie, Eddie se sonrojó pese a que no era la primera vez que le escuchaba llamarlo así. El castañito baja la mirada mientras tiraba una almohada en la cama improvisada sobre el suelo donde dormiría él. Sus cejas estaban fruncidas en un gesto de fastidio y/o de molestia, porque la enfermedad, ponía sus mofletes rojos.

Era casi como tener fiebre. Incluso Eddie se llevó una mano a su frente para comprobar que efectivamente estas estuvieran calientes. Pero aún así seguía siendo agradable.

Richie dio un brinco, como si acabara de recordar algo. Se acercó a la biblioteca de Eddie. Este tenía los libros del colegio, CD's, alguna que otra fotografía de pequeño pero fue directamente a tomar una pila de cómics que segundos después estaba desparramando en su cama.

—¿Qué haces, Rich?

—¿Linterna verde? ¿de verdad? Esto es de niñas.

Comentaba Richie con una sonrisa burlona; sostenía en su mano el cómic, al cual echó una rápida mirada entre sus páginas. Eddie se sentó a su lado, estiró su cuerpo para alcanzar la historieta y tratar de arrebatarla de las manos contrarias.

—¡Richie, deja mis cómics, tonto! Vas a ensuciarlos y los llenarás de bacterias, ¿te has lavado hoy las manos? ¡no! Apostaría a que no.

—No. Fui a orinar y no me lavé las manos, ¿quieres revisar?

El azabache acercó la mano que no sostenía el cómic a la cara del castañito.

—¡RICHIE!

—Así gritaba tu madre anoche en mi cama, primor, ¿ya ves por qué no puede caminar?

Richie se cubrió el rostro con una mano justo a tiempo, ya que Eddie estampó su mano abierta sobre la cara del pelinegro.

—Eres desagradable.

Soltó una pequeña risita, apartando la mano de su amigo de la cara. Sus mejillas habían comenzado a cosquillear y, aunque Richie conocía la razón, se distrajo rápidamente con otro cómic. Un ejemplar de Batman y Robin titulaba eternos, y ¡aventuras! Richie inspeccionó de ambos títulos con el ceño fruncido; miró a Eddie, volvió a mirar el cómic y otra vez se fijó en Eddie.

my medicine ; reddie (editando)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora