Capítulo cuarenta y seis.

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Había llorado tanto que sus ojos estaban tan hinchados y rojos como nunca. Fueron dos días complicados, tuvo que pedirle a su madre que le dejara faltar al colegio. Eddie parecía un muerto en vida, apenas se había levantado de la cama para ir al baño por la mañana y durmió hasta la tarde. Casi en el tercer día su madre estaba como loca, gritando de una forma exagerada por los ojos rojos de Eddie, nombrando un montón de enfermedades inexistentes solo porque tenía sus ojos hinchados. Él solo dijo que había pescado un resfriado, pequeña mentira piadosa que escondía más de lo que quería, porque lo cierto era que estaba destrozado. Pero aún así, tuvo que levantarse ese miércoles por la mañana para fingir que estaba bien, al parecer siempre fue bueno fingiendo y esta vez no era la excepción.

Sin embargo, se veía fatal. Ojos hinchados, cabello desordenado, estaba abrigado hasta el cuello porque esa tarde las copas de los árboles se sacudían tristemente por el viento.

Eddie fruncía sus labios para evitar llorar. Se limpió el rostro con una mano cuando sintió que lloraría de nuevo al pensar en Richie. Richie, su Richie, ¿de verdad esto había ocurrido? ¿no lo había soñado? cada vez que lo recordaba sentía que algo se rompía un poco más dentro suyo, como si fuera un cristal roto en mil pedazos. Richie besando a una chica casi en sus narices.

Apretó con fuerza su inhalador entre sus dedos, era un desastre de sentimientos encontrados, furia, dolor, decepción, cada una de ellas haciendo su parte y rompiéndole el corazón un poquito más.

Se dirigía a la farmacia cuando escuchó pasos apresurados detrás suyo, no lo había esperado, una mano de dedos finos y largos, que para su mala suerte conocía muy bien, se enredó en su muñeca y tiró suavemente de él, deteniendo su andar de inmediato. El castañito volteó lentamente hacia el chico de contextura más alta, él estaba agitado, como si hubiera corrido las últimas cuadras para alcanzarlo, sus anteojos estaban torcidos, sus rizos desparramados por encima de su rostro y sus labios gentilmente abiertos.

Que bonito se veía. Incluso para romperme el corazón se ve hermoso.

Pensó sin control alguno, le mantuvo la mirada por unos segundos pero ninguno de los dos dijo nada. Eddie no quería verlo, era la razón por la que había faltado a la escuela, no quería verlo ni a él ni a Betty, no quería que Richie le mintiera otra vez en la cara, así que solo trabajaban en un maldito proyecto para la tarea de literatura...

— Eds, al fin te encuentro. Te estuve siguiendo desde tu casa. Te llamé, creo que no me escuchaste.

Eddie se mantuvo inexpresivo, optó por bajar la mirada al suelo y hacer un brusco movimiento con su brazo para que Richie le soltara. Si hubiera prestado más atención a Richie habría visto la forma en la que se mordía los labios por los nervios, en como sus ojos estaban también rojos y como la preocupación se reflejaba tan bien en sus facciones. Eddie comenzó a caminar tan rápido como pudo reaccionar, sintiéndose cohibido, siendo el silencio la única respuesta para Richie.

— H-hey, Eds. Espera, ¿qué ocurre? ¿por qué no fuiste a la escuela? ¿te encuentras bien?

Tozier le siguió, quería hablar con él. Quería aclarar todo, quería saber que se encontraba bien, pero él ni siquiera volteó a verlo, apresuró el paso aferrándose al inhalador con mucha más fuerza.

— ¿Eds?

Otra vez silencio, solo se escuchaban los pasos apresurados del más pequeño, quien parecía desesperado por alejarse de él. Richie se retorcía las manos de los nervios, ¿por qué todo el mundo se comportaba así de repente? ¿por qué Eddie se comportaba así con él?

— Eds... Solo quiero hablar contigo, ¿puedes decirme que pasa?

Eddie se detuvo, justo frente a la puerta de la farmacia. Se giró rápidamente hacia él, manteniendo el semblante serio pero le fue imposible no soltar algunas pequeñas lágrimas.

my medicine ; reddie (editando)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα