Capítulo doce.

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—Ay, ay. Querido Eddie espagueti del valle de los espárragos, ¡eso dolió como la mierda!

Pero si no te quedas quieto, Tozier, ¿cómo quieres que tenga cuidado?

—No lo sé, doctor Kaspbrak. Usted es el experto aquí.

Eddie gruñó por lo bajo. Tenía el rostro enrojecido porque Richie no había dejado de hacerle enojar.

—Solo me falta aquí.

Murmuró más para sí mismo mientras le ponía un poco de alcohol a un algodón nuevo. Richie abrió sus ojos cuando Eddie le tomó suavemente del mentón y apoyó el algodón sobre la zona lastimada. Su labio inferior cosquilleaba y no solo por el alcohol. Si antes creía que cada uno de sus golpes no había dolido estaba muy equivocado. Apretó sus párpados al cerrar los ojos mientras esperaba que el pequeño ardor se esfumara poco a poco.

El rostro de Eddie se calentó y no solo por la furia que antes estaba sintiendo. Esta fue transformada por preocupación cuando fue curando el rostro de su mejor amigo. Kaspbrak observaba sus labios mientras pasaba el algodón suavemente sobre ellos, su índice rozó con él. Ya no estaban suaves como lo recordaba, estaba un poco agrietado. Eddie alejó su mano y subió su mirada a los ojos de Richie. Los tenía cerrados y su orgullo comenzaba a desaparecer al pensar en hacer algo totalmente estúpido que lo único que aseguraría sería contradecir cada una de sus palabras dichas antes.

Suspiró, alejando la mirada.

—Lo siento.

Richie abrió sus ojos. No tenía las gafas puestas, Eddie se las había quitado para curarle el ojo morado. Por lo tanto, estos se veían del tamaño normal, incluso un poco raros, Eddie estaba tan acostumbrado a verlo con gafas..

Pero seguía siendo atractivo.

—Oh no, Eddie Espagueti. Descuida, lo haces muy bien, ya no me duele, ¡eres un curador de rostros!

Eddie formó una mueca con sus labios. Recordando la razón por la cual estaba así.

—Te metiste en una pelea.

El azabache apretó sus labios pero se arrepintió al instante cuando el dolor le recordó que estaban lastimados. No sabía cómo responder a eso.

— No fue una pelea, déjame explicarlo...

Eddie hizo oídos sordos a las palabras de Richie. Se giró para tirar el pedazo de algodón en el tacho de basura del baño pero segundos después se quedó de pie sin saber que hacer.

—Debes limpiarte constantemente para que no te duela.

Eds... Déjame que...

— ... Ponte alguna crema, eso también sirve.

Solo dame unos segundos.

—Pero el hielo también puede ayudarte para el dolor, ¿quieres agregar algo más antes de que me vaya?

Richie comenzaba a ponerse nervioso. Eddie parecía no querer escuchar nada de lo que decía.

Al demonio, pensó Richie, era ahora o nunca.

—S-si me besas seguro deja de dolerme.

Eddie se quedó de piedra, mirándolo con sorpresa. No le dejaba de sorprender lo bocazas que Richie podía ser todo el tiempo, pero no pudo controlar el rubor que pintó sus mejillas.

—Richie, no.

Ahora fue el turno de Richie de sonrojarse. Sus palabras pegaron como golpe en el pecho.

my medicine ; reddie (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora