Capítulo veinticuatro.

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Llegado a este punto, Sandra comenzaba a tener cierto rechazo hacia Richie. No lo comprendía, ¿por qué se comportaba como un completo imbécil con ella si no hacía nada para provocarlo? Vamos, que solo intentaba ser amable y risueña para caer bien a ambos.

Eddie le habló antes de cuán importante era Richie para él, solo quería caerle bien también, pero se daba cuenta de las diferencias que habían entre ambos, y mientras caminaban en total silencio, Sandra presta su atención en una pareja risueña que camina al lado del trío. Sus mejillas se sonrojaron, resaltando las bonitas pecas marrones que cortinaban por sus pálidas mejillas; instantáneamente sonrió en cuanto observar sus manos entrelazadas. Las mariposas hicieron presencia en su estómago, ya que en su mente solo había una persona con la que se imaginaba así, caminando de la mano y compartiéndose amor. Su corazón palpitó fuerte.

Por otro lado, Richie presenció la escena. No fue difícil darse cuenta de sus mejillas inquietantemente rojas y su muy estúpida y tonta sonrisa enamorada, había visto eso antes, ¿en dónde? Pues en su propio reflejo al pensar en Eddie. Eso lo puso aún más nervioso. ¿Iba a tener que competir contra alguien de verdad? Estúpido, simplemente estúpido, se negaba, pero al mismo tiempo moría de nervios por no ser lo suficientemente bueno porque demonios, Sandra era muy bella, y si no fuera Eddie quien le habría robado el corazón desde hacía años, seguramente el mismísimo Richie estaría detrás de ella.

Y justo en medio de ambos chicos caminaba Eddie, devorando a mordiscos su algodón rosado de azúcar. Los trozos del dulce se iban salpicando por las comisuras del más pequeño por cada mordida que daba, pero pretendía imaginar que la horrible y pegajosa sensación en su rostro no le estaba incomodando. Iba ajeno a lo que ocurría en cada extremo de su caminar. En cambio; su mente solo podía concentrarse en Richie Tozier y en lo celoso que se había puesto, porque Eddie no era un tonto y lo había notado perfectamente. Disimuladamente le observaba por el mismo rabillo del ojo, pensando en lo que estaría pasando por su cabeza de manera inquieta.

— Entonces... ¿Qué tal la casa de los espejos?

Richie gruñó y acomodo las gafas sobre su nariz

— Es igual que el jodido laberinto.

Finalmente cansada, Sandra se giró a Richie y lo encaró con la mirada, arrugando la nariz con el ceño mientras mostraba su irritable desaprobación.
Eddie se percató y abrió los ojos en par. Tuvo que servir de mediador entre ambos, alzando la voz.

LA CASA DE LOS SUSTOS.

Los dos se dirigieron hacia Eddie en silencio luego de haber gritado.

V-vamos a la casa de los sustos, e-eso quise decir.

Richie y Sandra parecieron estar de acuerdo porque, después de todo, él era quien lo ordenaba, ¿no?
Por parte del castañito, estaba ciertamente arrepentido. Él odiaba las casas de terror, ¿por qué mierda habría propuesto algo como eso?

No lo sabe.

Lo único que recuerda es que es por lejos la peor salida de su vida.

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¡FUE HORRIBLE!

Bramó Eddie antes de echarse literalmente hacia el colchón, botándose encima de las mantas y quejándose sobre la almohada.
Stanley al otro lado de la habitación, escuchaba todo mientras respondía sus tareas.

Ambos se comportaron como unos imbéciles, solo discutiendo el uno con el otro por ver quién ganaba. Fue estúpido, además ni siquiera es que yo le guste a Sandra, ¿estás de acuerdo conmigo?

my medicine ; reddie (editando)Where stories live. Discover now