Capítulo cinco.

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El campo de visión era verdoso, si no supieran ambos que estaban en los Barrens, probablemente Richie ya se habría visualizado en otro sitio y bastante diferente. Era como sacado de una película. El lago cristalino frente a ellos era distinto a cualquier otro lago que hubiera podido ver, brillaba con tanta intensidad que ni siquiera podía creer que era parte de su sucio pueblo.

Hermoso, simplemente hermoso. Mirara donde mirara, Richie se deslumbraba por la belleza que el lugar irradiaba.

Dio dos pasos y Eddie le soltó del brazo mientras se pasaba las manos detrás de la espalda, las yemas de sus dedos cosquillearon, estaba dejando que echara un ojo al lugar y, a juzgar por sus gestos, sabía que le fascinó o cuanto menos le agradó.
Richie Tozier se tiró al césped de rodillas, luego de pecho, arrastrándose cual oruga. De un momento a otro le dio a la vuelta a la hierba y estiró los brazos a lo largo de su cuerpo, extendiéndose con calma (igual que una estrella de mar) y disfrutando del calor que el verano quemaba en su cara. El aire sopló sobre sus rizos negros hasta despeinarle levemente.

Eddie se acercó a este y se quedó de rodillas a su lado; él observaba el reflejo en el agua, sonriendo.

— ¿Y bien? ¿qué opinas?

Y Richie ladeó su vista para observarle, pero pronto volvió al cielo. La curvatura labial que se dibujaba sobre sus labios no era de omitir, porque eso dejaba a la vista su felicidad.

— Es una puta pasada, Eds. Me mola, y mucho.

Satisfecho, Eddie se tumbó a su lado. Arriba suya un árbol les hacia sombra, por lo que algunas hojas caían flotando hasta ellos. Una cayó en la frente del menor, pero no se inmutó, solo se quedó así, disfrutando del roce áspero, pero delicado.

— Pero entonces, espagueti. Déjame aclarar algo.

Vocifera Richie, medio sentándose sobre el césped. Había estado siendo muy expresivo con sus manos a la hora de hablar, sin dejar de mirarle mientras hacía ademanes. Sin haberlo querido, ya se estaba metiendo en un trance algo preocupante, examinando con cuidado todas las facciones de su compañero... Se enternecía de lo suaves y bien delineadas que eran; Richie pensó que podía acariciarlas
El perfil de Eddie era perfecto, y eso solo hacía otro perfecto conjunto con sus tan variadas pecas por la nariz, las pestañas largas sobre sus ojos y... Sus ojos, mierda, tenían a Richie vuelto loco.

Sintió el fabuloso momento en el que su corazón comenzó a ir con más fuerza, sin saber que el de su compañero estaba igual.

Carraspeó al despertar, con las mejillas coloradas.

Uh, entonces... Este sitio... ¿Es como nuestro secreto?

Inquirió a la par que ajustaba sus gafas sobre la nariz.
Eddie le miró serio, pero su mirada delataba muchas cosas que Richie aún no comprendía, aunque amaría descifrar, porque consideraba que el pequeño era un enigma, y su teoría solo se reforzaba al ver la galaxia de pecas sobre su piel. Apretó los labios al sonreír.

— Sí, Chee'. Lo es.

— ¿Chee'?

— Sí... ¿Te molesta?

— ¡NO! No, no me molesta. Es decir... Me gusta, sí, me gusta mucho.

Y nervioso volvió a recostarse, pero esta vez cruzando los brazos por detrás de su cabeza. Su corazón estaba acelerado dentro del pecho, palpitando con fuerza por la cercanía. Tozier, aunque algo dudoso, ya comenzaba a hacerse una muy vaga idea de lo que eso significaba, y mierda que le jodía, le jodía mucho pensar que podía estar sintiendo algo más por su mejor amigo.

my medicine ; reddie (editando)Where stories live. Discover now