Capítulo veintisiete.

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Eddie nunca fue a una fiesta.

Mucho menos a una en la que tenía que bailar, ¡ni siquiera sabía cómo hacerlo! Llevaba más de media hora tratando de practicar frente a su espejo, pero era imposible, ¡se veía tan ridículo bailando solo!  Con sus tontos movimientos robóticos, estaba imitando un baile de... ¿Vals? No estaba seguro de que eso se bailaba en las fiestas como a la que iba a ir ahora.

No estaba seguro de nada.

Pero ahí estaba, a tan solo minutos de ir a una en donde tendría que bailar con Richie.

Porque sabía que lo haría, a pesar de haberle dicho a Richie que no bailaría.

Tenía puesta una camisa blanca con unos graciosos tiradores que se colgaban del cinturón de su pantalón y pasaban por encima de sus hombros; se pondría una chaqueta negra por encima, junto a sus vaqueros azules normales y sus zapatos.

Se pasó una mano por el cabello, llevaba más de veinte peinados y ninguno le convencía.

¡No era normal sentirse tan nervioso! ¿O si?

Muy bien Eddie, respira, maldita sea, respira.

Trataba de alentarse a sí mismo antes de que le diera un maldito ataque de asma. Aún tenía que buscar la forma de convencer a su mamá de dejarlo salir, o quizá saldría a escondidas como lo hizo esa noche del concierto con Richie.

Richie...

Se preguntaba cómo iría vestido el bocazas de ojos negros y pecas relucientes en su rostro. Es decir, sabía que se vería tan malditamente atractivo como siempre, incluso con aquellas ridículas camisas hawaianas que... Demonios, a Eddie le parecieron preciosas en él siempre, pero eso jamás lo iba a admitir en voz alta.

                            ...


— ¡Ponte el maldito moño, Richard!

— ¡No mamá! ESO ES HORRIBLE, ni mi tatara abuelo vestía tan espantoso.

Maggie resignada dejó el moño del traje a un lado, estaba molesta con Richie porque no quería usar un adorable esmoquin negro de gala.

— ¡Está bien! De todos modos cualquier cosa que uses te quedará bien, Richard.

Richie hizo un gesto de "ya lo sabía" con su mano y prosiguió a quitarse aquel espantoso traje de los años 30's para ponerse una de sus tantas camisas hawaianas, pero por encima de esta se puso una campera negra de cuero, junto con unos pantalones y sus zapatos desgastados. Richie deseó no tener esas horribles gafas y mucho menos aquellos abultados rizos sobre el cabello. Creía que parecían un nido de aves.

Se intentó acomodar la ropa, pero todo quedó tan imperfectamente puesto, que terminó dándole aquél toque perfecto tan característico de él.

Se veía distinto... Pero al mismo tiempo tan extraño, tenía una fuerte corazonada de esa noche, porque eso significaba que algo bueno podía pasar, ¿verdad?

O simplemente era porque estaba jodidamente nervioso.

Dos horas después, Richie se encontraba entrando al gimnasio de su colegio donde se llevaría a cabo la fiesta. Iba del brazo de Beverly, quien por cierto lucía también como la chica más encantadora del puñetero pueblo.

Todo era un enorme lío de adolescentes bailando por todos lados, los profesores iban y venían tratando de poner un poco de control en tan alborotada situación. Las paredes del aburrido gimnasio estaban adornadas con luces de todos colores, cerpentinas regadas por todos lados y mesa de bebidas. Incluso había música de fondo y eso a Richie le recordaba mucho una se esas pistas de bailes que sus padres veían en las películas. En medio de todo había gente bailando, a los costados del salón estaban las mesas con bocadillos y en otra mesa más allá, el famoso "ponche" en donde Beverly alcanzó a ver a un chico poner un poco de cerveza.
Tozier hizo un inentendible gesto con la nariz que se podría haber interpretado de cualquier forma, cosa que Beverly pilló con una carcajada.

my medicine ; reddie (editando)Where stories live. Discover now