Capítulo trece.

3K 320 526
                                    


- Es la fórmula en la rama de los aldehídos.

Sentenció mientras dibujaba.
Stanley Uris estaba sentado frente al balcón mientras dibujaba en su libreta de hojas blancas con pasta suave. Estaba bocetando a un gorrión que se detuvo frente a ellos, justamente en la rejilla; toda la libreta del judío estaba llena de dichos trazos, desde gorriones hasta petirrojos o de cuervos hasta... Cualquier otra especie que él conociese.

- ¿Los alde-qué? ¿y para qué mierda me va a servir esto en la vida? ¿voy a llegar a la tienda de limpieza y pediré un aldehído humectante con olor a flores?

Eddie se quejó en voz alta mientras rodaba los ojos y tiraba de su lápiz a la mesa. Se enfadaba, pues él nunca fue bueno en química, y aunque Stanley lo era y de hecho se ofreció a ayudarle, no bastaba, porque por más que lo intentara, no podía entenderlo.

Stanley con su poca paciencia suspiró fuertemente y cerró su libreta de un solo manotazo; Eddie había hecho asustar al gorrión en el momento que arrojó su lápiz contra la mesa.

- Los aldehídos no son suavizantes de ropa o desinfectantes de manos.

- ¡Lo que sean!

Chilló Eddie y estrelló la cara contra la mesita. Stanley, del otro lado, solo lo veía con una ceja arqueada y su semblante completamente serio. Rendido rodó los ojos y tomó el lápiz del castañito, el cual por cierto acercó a la cabeza del más chico cuando se inclinó a él y picó un par de veces con este, usando la goma.

- ¿Por qué no le pides a la tutorada un trabajo práctico si es que no comprendes?

Tras sus llamados Eddie levanta al fin la cara de la mesa y ocupa las manos para recargar su mentón mientras que los codos hacían presión sobre la mesa. Ladeó una mueca con los labiales y puso los ojos en blanco.

- Lamento fastidiar tanto... Es solo que... Hoy ha sido un día muy raro. No sé en dónde tengo mi cabeza.

Stanley siempre fue un chico observador, y quizás fue su sexto sentido el que, al ver sus muecas y todos sus rasgos, le hizo intuir que Eddie estaba quejándose por Richie.

...

Eso o quizás fue que de hecho escuchó sus voces en el baño del colegio.

- Lo entiendo. Haber besado a Richie en los sanitarios del instituto debió ser una experiencia traumática, ¿te puedo recomendar terapia?

Los ojos del castañito se abrieron como platos cuando Stanley se burló, pero no solo eso, sino que su rostro también se coloreó de rojo hasta las orejas.
Le miró con el ceño sorprendido y su respiración empezó a agitarse, así que se vio forzado a buscar el inhalador dentro de la cangurera y a prisas usarlo.

- ¿Lo ves? Terapia.

Burló de nuevo con una sonrisa sarcástica. Cuando Eddie se hubo calmado con el inhalador en los labios, tomó una bocanada nueva de aire fresco y se preparó para hablar con el rizado.

- ¿C-cómo...? ¿cómo es que tú...?

- Ustedes dos no son los únicos que usan los baños, ¿sabías? Todos tenemos necesidades.

- Stan, puedo explicarlo.

- ¿Explicar qué, Ed? ¿lo obvio? Espera, espera, ¿de verdad creías que ninguno de nosotros se había dado cuenta que ustedes dos se gustaban desde hace años?

Y la boca del hipocondríaco se secó.

- ¿T-todos lo saben?

- Todos, Eddie.

my medicine ; reddie (editando)Where stories live. Discover now