Capítulo siete.

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Era caliente. El aliento de Eddie sobre sus labios le hacía cosquillas, pero no de esas cosquillas normales... Era una que no había sentido antes; cálida. Con más cariño.
Se sentía tan bien que no quería alejarse ni un centímetro, tampoco podía moverse. Incluso había comenzado a respirar con dificultad de los nervios, pero no era asma.

Eddie subió su mano al rostro ajeno y comenzó a acariciar con su pulgar la piel del moreno, buscando de forma inconsciente sus labios, porque si lo iba a besar tenía que saber dónde lo haría. Repasó sus párpados y se sonrojó cuando su dedo alcanzó a rozar sus labios en la oscuridad, tan gruesos y suaves.

Richie estaba sonrojado, sentía que se moriría allí mismo frente al castañito.

Pero ambos sentían la respiración del otro sobre sus labios y deseaban que la distancia entre ellos dejara de existir.

Fue Eddie quien lo hizo.

Besó a Richie. Presionó sus labios en los ajenos con suavidad y miedo mientras apoyaba su mano en la mejilla de su amigo y apretaba los párpados.

Richie tenía los ojos bien abiertos como platos, no podía ver a Eddie, pero sentía el calor que la cercanía de su rostro emanaba. Deseaba poder ver su bonita cara de cerca y admirar sus pecas, pero eso era incluso mejor.
Ambos movían sus labios con torpeza e inexperiencia. Nunca habían besado a nadie antes pero ahí estaban, dando su primer beso como tantas veces Richie se lo había imaginado, porque vaya que había fantaseado con ese momento desde hace meses y ahora se estaba cumpliendo.

El hipocondríaco se separó, dejando un audible chasquido en el aire. Por unos segundos se quedaron en esa distancia, ambos mirando en la oscuridad la figura del otro, o pretendiendo que así lo hacían. No hubo palabras y no eran necesarias. Solo entonces el silencio es cortado por el sonido metálico del inhalador al ser accionado entre los labios del chico menor, alertando a Richie.

¿Estás bien?

N-no.

Escuchó a lo lejos la voz entrecortada de Eddie, haciéndole entrar en pánico. ¿A caso estaba llorando? Richie se sentó en cama y bailoteó el brazo en el aire, buscando alcanzar al más chico; lo hizo. Halló a Eddie un poco más lejos y, a juzgar por lo que sentía, parecía estar abrazado a sus piernas mientras lloraba.

—Eds...

Lo llamó, pero en su lugar solo encontraba a Eddie hipeando bajo su agarre. Richie acarició con temerosidad sus hombros y lo abrazó, hundiendo el mentón sobre su cabello. Ambos estaban en silencio, o más bien, Richie lo estaba, porque de fondo aún se podía oír al pequeño chillando, pero no sabía qué decir.

Aunque él no estaba triste, sabía que algo así para Eddie pudo haberlo conmocionado... Era su primer beso después de todo, y no solo eso, sino que lo dio con Richie. De pronto se hallaba tragando saliva con nervios, pero hizo de nuevo el intento por tratar de que alguna palabra saliese de su garganta.

¿Q-quiéres contarme cómo te sientes?

—Besé a un chico, Richie. Te besé.

Finalmente Eddie habló, destapando la mirada de sus rodillas. El mayor otra vez se sintió nervioso, ¿qué tal si eso le había molestado? Santa mierda, ¡claro que lo había hecho! Seguramente que lo había besado terrible, sí, eso era muy probable... Seguro que hizo del primer beso de Eddie, una experiencia fatal.

Sin embargo; Richie consideró el suyo como todo lo contrario. Fue una experiencia mágica, en especial porque Eddie tuvo el impulso de besarlo.

Nadie me había querido besar antes.

Pensó Richie mientras se tocaba el labio inferior, sonriéndole a la oscuridad. Por primera vez en sus jóvenes quince años, alguien fue capaz de hacer callar al bocazas, y no solo eso, sino que también le dejó sin aliento. Mordisqueó el labio otra vez porque le hormigueó; juraría que aún podía sentir los labios de Eddie posándose sobre los suyos, y eso también le dejaría sin sueño. Richie Tozier sabía perfectamente que no iba a dormir hoy.

C-cuando mamá se entere, ella me va a...

—¡Whoa, whoa, whoa, jovencito! ¿piensas decirle todo esto a tu gorda madre? ¿a caso el inhalador te ha quemado la última neurona que te quedaba?

Beep beep, idiota...

Tal vez Richie exageró, pero de verdad se había alarmado al escucharle pronunciar dicha cosa. De pronto se halló acariciando su propia nuca sin saber aún qué decir.
Por la ventana de la habitación y allí sobre las cortinas, entraba a penas y un poco de luz de luna, pero fue la suficiente como para iluminar parte de Eddie, cosa que fascinó a Richie.

—Eds... Si le dices a tu madre, tú y yo no vamos a volver a vernos, ¿lo sabes?

Por fin le confesó con terror, terror que por cierto machaca dentro de su pecho. Eso a Richie no le pudo evitar el pensar en lo ocurrido el día anterior.

Connor Bowers, quien había aceptado jugar unas retas con él al Street Fighter, lo descubrió, descubrió su pequeño, sucio y asqueroso secreto. Era gay... Pero eso dejó pensando a Richie por más de una hora. ¿En verdad lo era? Es decir, le encantaban las piernas de Madonna y más de una vez se divisó a sí mismo besándola. Recuerda también que hace mucho, Beverly le gustaba, ella era como su amor imposible de verano.
Pero ese día Bowers le llamó marica... Marica, ¡Richie no era ningún marica!

¿Se podía querer a un chico y una chica a la vez? No lo sabe... Pero él aún era fiel seguidor de sus sentimientos, y sabía con certeza que le atraía Madonna, pero también le gustaba Eddie, y mierda, Eddie se quedaba muy por arriba de ella.

Sacudió la cabeza al tratar de olvidar lo que seguía después, su horrible encuentro con Pennywise. Mejor optó por concentrarse en Eddie y el miedo que tenía en perderlo.

—Oye, uh, no sé tú, pero yo en tu lugar estaría o-orgulloso de haber besado al chico m-más sexy en Derry.

—Creo que me quiero ir a la cama ahora. ¿Podemos hablar de esto mañana?

Calló, pero a Richie no le quedó nada más que aceptar. Un tanto decepcionado se levantó del suelo y volvió a recostarse sobre la cama y abrazó la almohada. Estaba recostado de lado de la ventana, que era exactamente donde estaba Eddie, haciéndose bollito en las colchas sobre el suelo.

Todavía podía escucharle llorar y juraría que lo haría durante toda la noche así como él se mantendría despierto por más o menos el mismo tiempo. De vez en cuando se asomaba un poco para tratar de encontrarse con los brillosos ojos de Eddie, pero no había nada... Solo oscuridad.

—Buenas noches, Eds.

Deseó una vez que pasaron varios minutos y que se aseguró de no estar escuchando más el llanto del pequeño, rogando internamente porque entonces se hubiera quedado dormido.

Solo hubo silencio como respuesta, pero fue suficiente para Richie.

Esa noche no durmió, sino que se mantuvo quieto mirando al techo, fantaseando con las estrellas de luz térmica que yacen pegadas sobre el mismo, imaginándose que eran las pecas de Edward.
Sonrió durante toda la madrugada.

A la mañana siguiente fue él quien se levantó primero, pero antes de hacerlo, estuvo por un largo rato mañanero embobado con el perfil durmiente de Eddie. Su puente de la nariz marcaba un perfecto contorno hasta sus labios... Esos labios que Richie todavía no podía creer que besó.

Finalmente salió de su trance antes de que el más chico despertara y se vistió, saliendo sigilosamente por la ventana minutos después; sabía que Sonia Kaspbrak podría descubrirlo luego y no quería estar allí para comprobarlo.

Su día comenzó con Richie caminando solo hacia su casa a las ocho de la mañana, pensando en si a caso su amistad con Kaspbrak se habría ido a la mismísima mierda. Iba inexpresivo, pero algunas lágrimas resbalaron de sus mejillas.

my medicine ; reddie (editando)Where stories live. Discover now