Capitulo treinta y siete.

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Faltaba un día para que Eddie regresara de Nueva York. Richie se había prometido que no iba a volver a llamarlo pero la noche anterior lo había intentado una vez más. Sin embargo, y para su maldita mala suerte, fue Sonia Kaspbrak quien atendió el teléfono. Richie colgó bufando, completamente de mal humor y con en corazón latiendo a mil por horas. Era extraño. Llevaba días sin saber nada de Eddie y se sentía tan malditamente irreal cuando nunca pasaban más de un día sin hablar.

Era doloroso.

Claro que no sabía que todo lo que se iba de Derry olvidaba. No iba a saberlo hasta que le sucediera a él mismo. Apoyado contra el auricular del teléfono pensó en Eddie. Eddie y sus mejillas sonrojadas cuando se enojaba. Eddie y sus largas pestañas. Eddie y sus labios fruncidos... Eddie y su maldita forma de tenerlo locamente enamorado y de no poder dejar de pensar en él. No sabía mucho sobre amor, era un hecho, Eddie Kaspbrak era la primera persona de la cual se enamoraba en toda su vida pero ya podía asegurar con todo su corazón que ese hipocondríaco adorable era el amor de su vida.

Era tan malditamente grande lo que sentía por Eddie que a veces sentía que el sentimiento no cabía en su pecho. Eds, su Eds.
Ahora era un tornado de emociones encontradas. Richie estaba furioso con Eddie, pero también dolido y triste, pero aún así no dejaba de pensar que Eddie tenía una razón para haberle tratado así. Él nunca haría eso sin una razón justa por debajo de la manga... Pero ahí estaba la otra mitad, esa parte que le indicaba que no le había vuelto a llamar.

Maldición, tenía que dejar de pensar en eso de verdad.

Fueron demasiadas cosas que ocuparon su cabeza a esa hora de la madrugada. Una de esas cosas fue la conversación con Stanley. Luego de haber hablado con su amigo se sintió un poco mejor, es decir, todo seguía siendo una mierda pero al menos era mierda aceptable. Stan le apoyaba y podía contar con él para hablar, joder, lo sabía.

Y ahí estaba la otra cosa. Richie ya no quería hablar de Eddie con nadie más que no fuera su propia cabeza a las tres y media de la madrugada.

Si tan solo supiera que un Eddie Kaspbrak estaba soñando con esa voz en aquel instante. Abrazado a una almohada y tratando de enredar sus dedos en aquel cabello azabache que solo podía recordar en sueños. Si Richie supiera que Eddie sollozaba dormido por no estar abrazado a Tozier.

Si Richie tan solo supiera, no estaría sintiéndose tan triste ahora mismo.

Vamos Tozier, entra de una puta vez. Ahora resulta que eres más cobarde que antes, ¿o es porque el idiota de Kaspa no está aquí?

Mirada inquietante, penetrante. Esa sonrisa que no podía traer nada bueno detrás. Patrick Hockstetter esperaba a que Tozier cumpliera con su parte del trato. Ya no recuerda cuántas veces tuvo que hacerlo, pero entrar a robar a las tiendas hace tiempo que había dejado de ser un problema para Tozier.

Murmuró un inaudible insulto por lo bajo y, tras cubrirse la cabeza con la capucha de su sudadera negra, entró al lugar. Minutos después salía de la tienda con la mochila repleta de frascos de medicinas y botellas con nombres extraños que no tenía ni puta idea de lo que podía ser y ni siquiera le importaba.

No, claro que no le importaba.

Sin embargo, esta vez Richie se había guardado una cajetilla de cigarrillos en su bolsillo trasero.

Hockstetter sonreía con una expresión tan fría que podría cortar al mismo aire. Era perturbador estar a solas en un callejón oscuro con la persona más loca de todo Derry. Todos sabían que Patrick estaba loco, todos conocían esas cosas que se decían de él y Richie comenzó a sentirse inquieto. Sobretodo cuando el mayor se le quedó mirando. La luz del único faro que alumbraba ese callejón oscuro brillaba con una luz que apenas era tenue; la mitad de su cara estaba oscura y su cabello caía sobre la cara, opacando la mirada.

my medicine ; reddie (editando)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα