Capítulo veintinueve.

1.8K 192 333
                                    


El baile improvisado ya había dado por finalizado, al igual que aquel inesperado concierto por parte de Richard, que terminó cuando el rizado se inclinaba de un lado a otro, fingiendo pronunciadas reverencias con sus brazos dirigidas hacia un público inexistente, sin embargo el único público que si le importaba tener era Eddie. Y estaba ahí con Richie.

Era como vivir un sueño hecho realidad.

Ahora Eddie descansaba, de espaldas al pecho de Richie apoyado contra suyo mientras los delgados brazos de Tozier caían de forma pacífica sobre su pecho, rodeandolo. Sitio en que dibujaba suaves caricias con las yemas de sus dedos. Los párpados del castañito caían delicadamente por su mejilla cubierta de pequeñas, pero muchas, pequitas, mientras disfrutaba de las deleitosas caricias.

Si tan solo Richie supiera que debajo de su ropa su piel estaba totalmente erizada.

Por parte del azabache, tenía su mentón apoyado sobre el hombro de Eddie. La fragancia tan típica del menor azotando sus fosas nasales era tan sosegado, que deseaba que el momento durara para siempre.
No habían palabras. Solo suspiros que se escapaban involuntariamente de parte de los dos pero estas podían expresar mucho más de lo que las palabras podían. Ambos escuchaban el soplo tibio del otro y lo comprendían.

—Gracias.

Richie parpadeó confundido un par de veces, giró su cabeza para mirar desde el hombro ajeno el perfil de Eddie; aquel agradecimiento le había tomado de sorpresa. Observó los ojos ajenos, su mirada estaba fija en algún punto a lo lejos, Richie sabía que Eddie aún seguía mirando a Derry desde la altura o eso creía realmente, porque Eddie no había dejado de mirar el cielo y las estrellas que se lucían en lo más alto.

Ninguno de los dos sabían cuánto tiempo habían estado allí. ¿Una hora? ¿Dos? ¿Cinco? Daba igual, realmente, podían estar allí durante toda la noche.

—¿Por qué?

Preguntó entonces Richie, su voz era suave, muy diferente al tono de burla que siempre usaba al hablar.

Por traerme aquí.

La confesión fue más apacible de lo que Eddie hubiera esperado, nisiquiera lo había pensado en un principio, la palabra solo pasó por su cabeza y él no pudo simplemente guardarlo, porque necesitaba que Tozier supiera lo agradecido que estaba con él.
  Así que tomó un exhalo de aire y siguió hablando.

— Por enseñarme que no soy pequeño.

Metafóricamente hablaba pero de una forma sincera, al observar todo Derry desde allá arriba, junto a Richie, realmente se sintió la persona más grande del mundo... Richie se estremeció y acarició el lado lateral de su cuello con la puntita de su nariz, queriéndole transmitir la ternura que explotaba en el interior de su pecho. El pequeñito sintió cosquillas en su piel.

Y y-yo... Esto. Nadie había hecho cosas tan lindas por mi nunca.

Las manos del chico de gafas se pasearon por su pecho, profundizando las caricias para un poco más abajo, en su estómago.

— Nunca nadie me hizo querer hacer cosas tan locas por alguien.

La desnudez de sus palabras conmovieron a Eddie. Era insólito escuchar a Richie hablar sin soltar siquiera una broma. Y se sentía afortunado de ser la primera persona en sentir la sinceridad de alguien como Tozier.

—¿Yo sí?

Preguntó con seriedad, curiosidad, nerviosismo y una mezcla de sentimientos que estaban apunto de estallar dentro de su pecho, en su estómago, en todo su maldito ser. Las manos de Eddie se posaron sobre las manos ajenas, notó que estas estaban frías, como siempre, se había acostumbrado tanto a sentir las manos frías de Richie pero le gustaban mucho. Hizo caricias por encima de sus nudillos, esperando por la respuesta.

my medicine ; reddie (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora