Capítulo treinta y uno.

1.2K 123 147
                                    

Sus pasos eran lentos y dolorosos, pero no porque hubiera recibido una paliza, sino porque el daño moral recién recibido había sido demasiado para él. Richie pasaba un brazo por su hombro y lo apegaba a él; Derry había anochecido y las calles ya carecían de gente o multitud, por suerte. Ambos estaban completamente solos esta vez y no había peligro de encontrarse con absolutamente nadie.

La mirada de Eddie estaba decaída mientras caminaba. Sus pies iban arrastrándose por el pavimento sonoramente. — Ya pasó, Eds. Murmuró Richie cerca de su oído para darle ánimos. La diestra se aferraba a su muñeca mientras daba unos gentiles apretones, pero nada en esa noche parecería ser capaz de mejorar los ánimos del asmático, nada. Sus usualmente brillosos ojos carecían de ese espectacular brillo esta vez y Richie lo notó.

No habían en sus orbes las características estrellitas que siempre chispaban al centro como luceros; en su lugar, había una profunda y abismal oscuridad. El bocazas tragó saliva y rascó su nuca con la mano que le restaba. Habían llegado ya a la casa de Eddie, donde a ambos les tocaba despedirse para verse al día siguiente.

— Vamos a estar bien, te lo prometo. Mientras esté aquí, prometo que nada va a...

— No, Richie. No vamos a estar bien, oíste a Patrick. ¡Ese grandísimo imbécil le contará a todo el jodido pueblo de nosotros si no hacemos lo que diga! Eddie trataba de susurrar en voz alta para que su madre no le pudiera oír. Sus ojos estaban cristalizados, Richie los comparó con dos pequeñas esferas de vidrio.

— N-no tiene pruebas, ese idiota no puede hacer nada sin...

— ¿A caso las necesita? Y el bocazas se quedó callado por primera vez. Eddie no se equivocaba, Derry no necesitaba evidencia para castigar a alguien por cualquier rumor, simplemente lo hacían. ¿Cuál era el castigo? Ser quemados como a las brujas en la edad media, sería un regalo a comparación de lo que podría ocurrirles allí en Derry.

— Podemos escapar.

Esta vez fue el hipocondríaco quien se quedó callado, aceptando que la propuesta era de hecho tentadora, pero, ¿qué iban a hacer dos niños como ellos? Eddie pronto cumpliría los quince y Richie los dieciséis, eso no bastaba ni sobraba para poder subsistir. Ninguno tenía la edad suficiente para conseguir un empleo o tan si quiera la experiencia, ¿a dónde irían y cómo vivirían?

El silencio por parte de Eddie fue la luz verde para continuar con la idea que había surgido en la cabeza de Richard. Escapar... Era lo mejor que podían hacer en un momento como este. Luego de reunir más coraje, abrió su boca de nuevo.

— Siempre deseamos huir de esta mierda, ¿verdad? ¿por qué no hacerlo ahora, Eds? Yo tengo mi guitarra, podría... Podría tocar canciones en las calles para juntar un poco de dinero. Intentó seguir pensando, la idea no sonaba tan descabellada en la cabeza de Richie, había escuchado de algunos casos de personas que sobrevivieron así lejos de casa.

— Cielos, Richie. No.

— No podemos pedirle ayuda a nadie, ¿verdad? Preguntó luego del silencio, a pesar de ya conocer la respuesta a su incógnita.

— No, no podemos, ¿entiendes que cualquier mal movimiento que hagamos, Patrick podría delatarnos? Respondió Eddie, asustado.

Richie hizo sonar sus nudillos con fuerza, marcando un gesto gracioso en sus facciones. Eddie no entendía cómo podía tener ganas de bromear en un momento como ese, pero Richie era así, siempre trataba de soltar una broma en los momentos más complicados.

my medicine ; reddie (editando)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin