Capítulo dieciséis.

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Eddie, ¿puedes escucharme? Eds por favor, ¡ya llegamos al hospital! t-todos estamos aquí, estás a salvo, pequeño.

— S-se ve r-realmente muy mal.

— Por dios Stan, ¡mira! esos imbéciles le quebraron el brazo, mierda, me cago en sus madres, son unos hijos de perr--.

— Cálmate Richie, Eddie va a estar bien.

— S-stan tiene razón. C-cuando lleguemos al hospital seguro a-atienden a a-am-ambos.

Richie frunció sus labios en una mueca de angustia mientras observaba los golpes y raspones que ahora adornaban la tersa piel del más chico. Se veían realmente mal.
Eddie tenía una suave expresión de tranquilidad en sus facciones, pero de vez en cuando sus cejas se ceñían y unos delgados gemidos de dolor se podían escuchar de sus labios. Había un poco de humedad en su cara y su ropa estaba manchada de sangre además de barro.

Maldición, dolía verlo así, dolía como la misma mierda. Era como si estrujaran su corazón por dentro y patearan su estómago; Richie sentía ganas de vomitar y sabía que se debía a la preocupación.

En la parte de atrás del coche de los Kaspbrak, Richie yacía sentado con Eddie en sus brazos. Lo abrazaba como si fuera un bebé, y no le sorprendía cómo la figura del más bajito encajaba tan perfectamente entre sus brazos. Deseaba con todas sus fuerzas tener ese maldito poder de hacer desaparecer cualquier indicio de dolor en su pequeño cuerpo. Stanley Uris estaba a su lado, apretando su rostro con una mano para disipar el dolor de su ojo.
Se sentía culpable por no haber podido llegar a tiempo para salvar a su mejor amigo. Bill iba sentado en el asiento del copiloto mirando de vez en cuando hacia atrás a sus amigos golpeados.

Y Sonia Kaspbrak. Ella conducía el vehículo como loca, totalmente histérica de ver a su pequeño Eddie Bear inconsciente por el espejo retrovisor, pero nunca se dio cuenta... Nunca escuchó a Richie Tozier susurrarle un "Estoy aquí, Eddie Espagueti, no voy a dejarte solo" a su hijo mientras besaba su cabeza con cuidado. Nunca escuchó el tono de cariño en la voz del niño boca sucia del pueblo del que solo había tenido la oportunidad de escuchar insultos o quejas. Nunca se dio cuenta de cómo este fruncía sus labios para evitar el llanto.

Al menos así fue hasta que llegaron al hospital.

Las enfermeras atendieron a Stan lo más rápido que pudieron en uno de los consultorios, curaron su rostro dejándole un gran vendaje por debajo del ojo, mientras que a Eddie se lo llevaron a otra sala más apartada. El niño de pequitas iba con sus ojos cerrados y su mano apoyada sobre el pecho. Sonia Kaspbrak iba detrás de la camilla chillando como loca.

Richie siguió la camilla con la mirada. Sentía el corazón golpear su pecho y estaba pálido, con su ropa llena de rastros de barro y sangre por encima de su camisa.

— Rich.

No respondió de inmediato al llamado de Bill hasta que sintió una mano posarse sobre su hombro. El azabache despeinó su propio cabello con desesperación.

— Su brazo...

— Tranquilo, R-Richie, va a estar b-bien. Son d-doctores y s-saben l-lo que ha-hacen.

— El hijo de puta le rompió el brazo, Bill... Eso debe doler mucho...

Bill lo tomó del brazo y le hizo retroceder hasta hacerlo sentar en uno de los sillones, estaban en la sala de espera y debían quedarse ahí hasta que pudieran tener alguna noticia de los dos chicos.

my medicine ; reddie (editando)Där berättelser lever. Upptäck nu