Capítulo cuarenta y siete.

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TW: Breve mención de temas delicados, por favor tómenlo en cuenta para leer.

Tears for fears suena en la radio mientras Richie mira hacia el techo. Tiene ambos brazos cruzados detrás de la nuca y se siente observado por el enorme póster de David Bowie que tiene pegado con cinta en esa zona libre de la habitación.

Ha pasado una semana desde que le gritó a Betty enfrente de todos en la escuela.

Una semana desde que Eddie, pese a haber presenciado la escena, no le habla, y se siente decepcionado.

Una semana desde que prácticamente salió del clóset frente a toda la cafetería. Sin embargo, las cosas no habían hecho más que ponerse el doble de extrañas, puesto que aún al saber ese pequeño secreto, nadie en el colegio le había molestado. Cuchicheaban al verlo pasar, sí, eran evidentes, pero ni siquiera Henry le había rozado un solo pelo... Aunque eso quizá se deba a que lleva en detención el mismo tiempo junto con Patrick.

Por parte de los perdedores, Beverly era quien más le hablaba, pero el resto no mostraba indiferencia tampoco... Todos menos uno.

Y Richie se sentía agotado. Expuso su integridad frente a un grupo enorme de putos adolescentes en Derry solo para que Eddie le creyera de una buena vez por todas que sus palabras eran ciertas. ¿Y bien? Pues que no ha funcionado eso tampoco. Se había cansado de suplicar, y vamos, que lo que siente por Eds va mucho más allá de cualquier otra cosa, pero él también se cansaba. Por mucho que lo ame, no había dejado de escocer lo fácil que fue para Kaspbrak simplemente creer que él, Richie Tozier, se había besado por gusto con la tía más popular del curso. Si algo de cierto había en todo esto, es que la mente del de anteojos había estado rondando en muchos, pero muchos pensamientos intrusivos, girándole la cabeza como ardilla en tuerca las veinticuatro horas; pensamientos de los cuales uno se estaba llevando la delantera por encima de todos. Si Edward pensaba ignorarlo por confundirlo con un tipo de persona que no era, pues venga, entonces Richie iba a convertirse en esa clase de persona.

Era un adolescente: hormonas, acciones estúpidas y decisiones igual de tontas. Richie hoy daría bien en el clavo por resentimiento.

Apagó el cigarrillo en el cenicero de su mesa de noche y lo escondió en el cajón. Se lo ganó a Beverly en una apuesta hace mucho, y si sus padres se enteraran, seguro que el que le corten las bolas sería el menor de sus problemas.

_____

No creo que debas hacerlo ahora. — Brama Stan caminando a su lado, tratando de llevarle el ritmo. — Búscalo por la tarde en su casa, aquí hay mucho bullicio y se puede prestar a malentendidos que no se escuchen el uno al otro.

Eddie trota por los pasillos del colegio un poco más brillante que otros días. Viene decidido, incluso motivado. Estuvo todo el fin de semana para pensar en si hacerlo o no, pero cree que es hora. La semana pasada ha sido la más jodida de su vida sin la compañía de Richie, pero le sirvió lo suficiente como para saber que no quería perderlo. Tendría que explicarle un sinfín de motivos a los cuales deber su repentina desapareción, pero estaba listo para hacerlo.

Podemos saltarnos una clase, solo no quiero perder más tiempo.

Ambos frenan en seco cuando una conocida silueta parece caminar directamente a ellos de entre el pasillo y la gente.

Hablando del Rey de Roma.

Murmura Stan, pero algo inseguro de que sea este el Richie al que ambos conocen, ya que luce muy distinto. Para empezar no viene con sus típicas camisas hawaianas, sino que trae una chaqueta de mezclilla, vaqueros negros y rotos por las rodillas, unas botas negras tipo militar (pero no exageradas) y una brillante cadenilla que cuelga de los cintillos de su cinturón. Su cabello rizado se ve más despeinado de lo normal, mientras que dos oscuras ojeras lucen bajo sus ojos, como si estas le dieran un toque mucho más atractivo, haciéndolo lucir incluso mayor.

my medicine ; reddie (editando)Onde histórias criam vida. Descubra agora