Capítulo 193: Yan-ge: Mierda, ¿Dónde Está mi Esposa?

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—¡Antes de intentar asesinarme, al menos den un largo y feroz discurso o una explicación ah! ¡Nunca he visto a alguien blandir sus espadas tan rápidamente! ¡¿Por qué no siguen el procedimiento?! —Xiao YuAn retrocedió rápidamente hacia los Guardias Imperiales y gritó.

Los Guardias Imperiales se apresuraron a proteger a Xiao YuAn, pero fueron rápidamente superados en número, y no eran lo suficientemente fuertes para defenderlo. Los Guardias Imperiales estaban heridos, con muchos cortes sangrantes en sus cuerpos. Algunos de ellos incluso cayeron al suelo, temblando incontroladamente. Un hombre de negro vio que había una gran oportunidad y la aprovechó, mientras agitaba la espada hacia Xiao YuAn.

Xiao YuAn esquivó el ataque por poco, golpeando al hombre en la nuca con el codo. El hombre de negro recibió un golpe tan fuerte que cayó al suelo, sin poder levantarse por largo tiempo.

—¿Hmm? —Xiao YuAn estaba un poco sorprendido mientras movía su muñeca.

En el pasado, cuando estaba dentro del cuerpo del Emperador del Reino del Norte, su cuerpo era demasiado débil y sus manos tenían la fuerza de un pollo. Así que, incluso con un golpe tan simple, no habría sido capaz de dejar a la gente inconsciente. Además, Xiao YuAn no era capaz de usar ningún tipo de fuerza, y sus manos y pies se sentían extremadamente descoordinados. Sin embargo, este nuevo renacimiento no se sentía así en lo absoluto.

Xiao YuAn estaba ligeramente distraído por este nuevo descubrimiento y no se dio cuenta de que varios hombres vestidos de negro se habían agrupado para atacarlo, y las sombras de las espadas se precipitaron instantáneamente sobre Xiao YuAn. En ese instante, Xiao YuAn retrocedió aterrorizado y esquivó las espadas varias veces, pero era difícil vencerlos cuando estaba en desventaja numérica. Al final, Xiao YuAn fue incapaz de resistirse a ellos. Cuando un hombre vestido de negro vio que Xiao YuAn reveló un defecto, empuñó la espada en su mano, y apuntó al pecho del otro sin piedad.

La luz plateada atravesó el cielo, y mientras la cortina del carruaje se agitaba, la sangre caliente salpicó el rostro de Xiao YuAn.

...

Después de un año de deambular, la separación provocada por la muerte, dejó un aire de vacío y tristeza. En el Palacio Imperial del Reino Yan del Sur, Yan HeQing escuchaba atentamente el informe de un Ministro de la Corte Imperial. Pero, al principio, a Yan HeQing le invadió la tristeza, y algunos afirmaron que no sería capaz de enfrentarse al gobierno. Algunos incluso aprovecharon la oportunidad para rebelarse y tratar de usurpar el trono; pero al final, Yan HeQing les cortó la cabeza tras la primera señal de aparición de un complot.

En lugar de estar tan deprimido como otros habían especulado, Yan HeQing dedicó casi toda su energía a construir el gobierno del país y el sistema militar. Se mantuvo muy ocupado, hasta el punto de no poder pensar en nada más, jurando tener una sociedad estable, además de un pacífico y próspero país unificado.

—Su Majestad, los enviados extranjeros de las regiones occidentales deberían estar aquí en unos meses para rendir homenaje. —Un ministro se inclinó para presentar su caso.

Yan HeQing suspiró y preguntó: —¿Son ellos los que dividieron el Reino Shu Occidental?

—Respondiendo a Su Majestad, sí. Este país desconocido de la región occidental no puede ser subestimado. Aunque es un pequeño pueblo nómada, también está lleno de gente feroz y bárbara. No obstante, aunque fueran capaces de dividir el territorio del Reino Shu Occidental, no pueden anexionarse completamente el Reino Shu Occidental. Por lo tanto, vendrán a pagar tributo porque quieren usar nuestras manos para anexionar el Reino Shu Occidental de un solo golpe.

Yan HeQing frunció el ceño.

Al ver el disgusto de Yan HeQing, el Ministro se apresuró a decir: 

—Su Majestad, sé que usted también quiere apoderarse del Reino Shu Occidental. Sin embargo, en la humilde opinión de este Ministro, deberíamos hacer una alianza con ellos en lugar de establecer una fuerza rival tan poderosa en un momento en que nuestra fuerza nacional aún está en proceso de fortalecerse.

Yan HeQing restregó sus cejas, pensó un rato y luego dijo: —Primero recibiremos a los enviados y posteriormente haremos planes.

Después de ocuparse de los asuntos políticos y otras cuestiones importantes, ya era mediodía cuando Yan HeQing se levantó por fin y regresó a su alcoba. Como no le gustaba armar un gran alboroto, independientemente del lugar al que fuera, nunca llevaba a un gran número de personas con él, solo a unos pocos Escoltas Imperiales.

La indiferencia del Emperador era bien conocida en todo el Palacio Imperial. Para evitar ser castigados, en el momento en que Yan HeQing volvía a su alcoba, las doncellas y los Guardias Imperiales optaban al máximo evitar cruzarse en su camino. Por eso, cuando una doncella se acercó repentinamente por un lado, los Escoltas Imperiales que rodeaban a Yan HeQing se quedaron paralizados.

Pero, justo al segundo siguiente, los Escoltas Imperiales reaccionaron rápidamente para detener a la doncella, la cual parecía haber enloquecido al lanzarse desesperadamente hacia Yan HeQing. Cuando la detuvieron y la alejaron, se arrodilló en el suelo, se cortó el dedo y escribió algo en el suelo con su sangre.

Entonces, Tian Xiang exclamó mientras escribía: —Su Majestad, por favor, mire esto. Por favor, mire, esta sirvienta le ruega a Su Majestad que mire esto.

—¡Qué mujer tan loca! ¡Lárgate de aquí, vete al infierno! —Un Escolta Imperial rugió mientras se adelantaba para apartar a Tian Xiang; su acción fue tan brusca que incluso apuntó al cuello de Tian Xiang. Sin embargo, alguien sujetó bruscamente su muñeca, deteniendo este movimiento. Cuando el Escolta Imperial se giró y vio que era Yan HeQing, se asustó mucho—. Su Majestad, este humilde no ha cumplido con su deber. Este humilde se llevará a esta loca.

Yan HeQing lo miró fríamente, y una sensación de abrumadora opresión cayó sobre el Escolta Imperial, silenciándolo inmediatamente.

Tian Xiang seguía arrodillada en el suelo, todavía escribiendo con su dedo sangrante. Yan HeQing se medio agachó, extendió la mano para detenerla y preguntó: —¿Cuál es el problema?

Tian Xiang negó violentamente con la cabeza y señaló el suelo: —¡Su Majestad, mire esto! ¡¡Mire esto!!

Buscando el HaremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora