Capítulo 4: Este Suicidio es Realmente Apático

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La salud de Xiao YuAn comenzaba a deteriorarse día a día, y no tenía intención de depender de tratamientos costosos para continuar su vida. Xiao YuAn decidió donar anónimamente su dinero a un hospital, y luego poner todos sus bienes restantes en una cuenta bancaria.

Después de hacer esto, Xiao YuAn dejó el hospital tranquilamente y se fue a un asilo en los suburbios.

Este era un hogar de ancianos de muy alto nivel, un lugar donde incluso las familias de clase media no podían permitirse el lujo de entrar. Lo que hace que uno se sorprenda: ¡El capitalismo es realmente oscuro! ¡Manchado con la sangre de la clase obrera!

Xiao YuAn estaba familiarizado con este hogar de ancianos y fácilmente encontró una habitación bastante lujosa.

—¿Señor Xiao? —una joven enfermera salió de la habitación y se sorprendió ligeramente cuando vio a Xiao YuAn.

—¿Está de buen humor hoy? —preguntó Xiao YuAn.

—Él está bien.

—¿En serio? Eso es bueno.

—¿Le gustaría entrar a verlo, señor Xiao?

—Sí, por favor, dígale a los demás que no entren mientras estoy dentro, aunque escuchen algún ruido.

—Entendido —la enfermera asintió y se alejó en silencio.

Xiao YuAn respiró profundamente y echó un vistazo a su teléfono.

Los asuntos de la compañía han sido tratados, y no hay problema con su testamento.

Justo cuando Xiao YuAn estaba a punto de guardar su teléfono, un mensaje apareció de repente en el sitio web de la novela.

Xiao YuAn pensó que era una respuesta de odio al comentario que envió ese día, después de todo, en un día normal ni siquiera lo miraría.

Pero hoy se sintió diferente, Xiao YuAn siguió su curiosidad y abrió la sección de comentarios.

No fue una respuesta de odio.

No solo no fue una respuesta de odio, sino que la persona y el contenido de la respuesta hicieron que Xiao YuAn se sorprendiera mucho.

El mensaje fue enviado por el autor, y el contenido era una sola frase.

Solo tú lo entiendes a él

¿Lo entiendo a él?

Xiao YuAn estaba confundido; ¿A quién entiendo? ¿Es al protagonista?

Después de preguntarse qué quería decir el autor, Xiao YuAn guardó su teléfono, abrió la puerta y entró en la habitación.

La habitación era luminosa y espaciosa, las largas cortinas se balanceaban frente a las ventanas transparentes. En el medio de la habitación, un joven en silla de ruedas sostenía el cuello de un gato, presionándolo dentro de un tanque de peces de colores.

El joven miraba sin expresión al gato que luchaba contra ser ahogado, ni siquiera levantó la cabeza cuando escuchó el sonido de la puerta abriéndose.

—¿Qué estás haciendo? —Xiao YuAn fue hacia él y le preguntó.

—La enfermera dijo que le gustan los peces, pero el pez está en el agua, así que le estoy ayudando a conseguirlo —la voz del hombre no fluctuaba.

—¿Es eso así...? —Xiao YuAn murmuró suavemente—. Oh, a propósito, me iré.

El hombre tembló de repente. Miró a Xiao YuAn y su mano se ablandó, soltando el fuerte agarre del cuello del gato. En ese momento, el gato salió corriendo rápidamente, dejando el suelo mojado.

—¿Por cuánto tiempo te irás? —el hombre preguntó.

—No volveré —Xiao YuAn respondió.

El hombre asintió con la cabeza y rodó su silla de ruedas hasta la mesa de café. Alcanzó una taza y la arrojó con fuerza contra Xiao YuAn.

La taza golpeó con precisión la frente de Xiao YuAn, el dolor que sintió acompañó el sonido de la taza rompiéndose.

Xiao YuAn se sorprendió por el repentino golpe, instintivamente se tocó la frente y la sangre se extendió por sus dedos, cayendo a sus ojos.

—¿Aún recuerdas lo que me dijiste en la tumba de nuestra madre? —el joven preguntó.

—Sí, lo recuerdo —Xiao YuAn tomó un respiro e intentó aliviar el dolor que le venía de la cabeza.

—¡¡¡Qué dijiste!!! —el hombre gritó repentinamente.

—Dije que cuidaría de ti por ella el resto de mi vida.

—¡Había más!

—Si no lo hacía, moriría.

—Entonces muérete, carajo.

—Yo... transferí todos mis bienes a tu cuenta bancaria, tú...

—¡Vete a la mierda! ¡Vete al infierno!

—De ahora en adelante, tendrás que cuidarte, lo siento.

—¡Cállate! ¡Y muere por mí!

—Bien —Xiao YuAn caminó hasta una ventana, la abrió, y luego saltó desde el quinto piso.

Buscando el HaremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora