Capítulo VII (Editado)

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Alexandra

—¿Dónde te fuiste? ¿Pudiste hablar con el director? —me preguntó Katt cuando me la encontré en el siguiente periodo.

—Uhm... sí, resulta que alguien está dispuesto a donar el dinero que nos falta.

—¿¡Los 8800 dólares!? —preguntó en tonó chillón.

—Todo.

—¿Y quién es esa alma tan generosa?

—No lo sé. El director dijo que era anónimo —me encogí de brazos—. Sinceramente no me importa, solo me alegro de que no tendremos que ir a lavar autos en traje de baño.

—Quizás habrías encontrado a tu príncipe azul de cuarenta años —se rio Katt.

—Eres estúpida —rodé los ojos—. De todas formas, ya podemos concentrarnos completamente en planear todo. Debemos tener los boletos comprados durante esta semana, así que necesito que repartas las tareas.

—¡A la orden, capitana! —hizo un saludo militar.

—Quiero que tú te encargues de comprar los pasajes de los 64 estudiantes en cuanto saldemos la playa. Necesito que Hails se encargue de las reservaciones de algún recinto que sea solo para nosotros. Quiero privacidad. Dile a Mike que se encargue de redactar, repartir y recolectar los permisos. Que Mary coordine el transporte al aeropuerto. Yo me encargaré de la administración y la logística.

—Se lo comunicaré a todos, presidenta.

Cuando pasamos a Ashley en el pasillo, su mirada lo decía todo. Si me odiaba antes, ahora parecía querer asesinarme con los ojos como si estuviera pensando que si no lo lograba con la mirada, entonces lo intentaría de otra forma. Aun así, no dijo nada, y tampoco pensaba que lo hiciera. Después de todo, Ashley no querría que nadie supiera que su querido Raider estaba fraternizando con el enemigo, incluso si no era cierto.

—Alguien se levantó con el pie izquierdo hoy —murmuré para que me escuchara.

—Jódete, King —se limitó a decir, y siguió su camino.

Katt se rio.

—¿Qué le ha pasado? Ha pasado de ti monumentalmente. Claro, además de la mirada asesina.

—No lo sé, quizá tuvo un cambio de mentalidad —sonreí maliciosamente, pero toda sed de sangre se desvaneció cuando pensé en las caricias de Aiden, y fue reemplazado por sed de otra cosa.

En vez de congraciarme con Aiden, solo había empeorado las cosas usando chantaje, pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas, ¿no?

—Es raro no verla colgada de su Raider favorito cuando está cerca tuyo. ¿Habrán peleado?

—Mmm, no tengo idea. No pensemos en Ashley ahora, necesitamos concentrarnos en el viaje.

*

Cómo la semana pasó sin mayores eventualidades estaba más allá de mi entendimiento, pero probablemente debido a la gran agitación por el viaje a Key West, todos habíamos estado demasiado ocupados como para poner atención al trabajo de Literatura o a las peleas a muerte con nuestros compañeros. La señorita Tanner nos dio el viernes libre para planear su actividad para el viaje, que reemplazaría la actividad que nos perderíamos ese día. También lo hicieron así otros profesores, y para el domingo en la noche todo estaba listo para el viaje. Incluso Con hicimos una videollamada con el resto de los chicos para confirmar últimos detalles.

—Mike, ¿los permisos? —pregunté.

—El último me lo entregaron hoy. Tengo los 64 en mano.

—Genial —taché los permisos de mi libreta—. ¿Pasajes?

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora