Parte II - Capítulo XXXII

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Aiden

—Pensé que estarías con las chicas — le mencioné a Ash mientras ella tomaba una copa de Martini que había conseguido con una identificación falsa.

—Era el plan, pero luego hablaron de irse de compras al centro comercial y salí corriendo tan rápido como fue posible.

—Suena como algo que harías.

—Sabes que odio las compras, y había olvidado lo mucho que a las mujeres les gusta eso. ¿Ves? Por eso me gusta salir con ustedes.

—¿Cómo están las cosas con Katherine? —pregunté, cambiando de tema.

—Katt —me corrigió, como si eso fuera importante.

—Está bien —rodé los ojos—. ¿Cómo están las cosas con Katt?

—Bien —sonrió ampliamente—. Más que bien, en realidad. Es como si de pronto todos los problemas que había entre nosotras se hubiesen solucionado.

—No me malentiendas, me alegra escucharlo, pero no estoy seguro de que así funcione el mundo

—Es Katt, ella... se disculpó por algunas cosas, y yo por otras, y es como si... como si algo hubiera hecho clic en su cabeza. Espero que dure.

—De seguro lo hará. Pudo quedarse con los del norte, pero no lo hizo.

—Por Alexandra...

—Por Alexandra y por ti —le corregí.

Antes de que Ash pudiera decir algo, los chicos llegaron a nuestra mesa.

—¿De qué nos perdimos? —preguntó Kyle.

—No de mucho, solo hablábamos de la vida —Ash se encogió de hombros—. ¿Cómo les fue a ustedes?

—Genial —Gabe se acomodó en su asiento—. Mi primo sigue siendo guardia de ese club en Brooklyn, y nos podrá hacer pasar, por la módica suma de diez dólares por persona.

—¿Tu primo te está cobrando? —me reí.

—No es mi primo de sangre —se excusó Gabe—. Además, solo la admisión cuesta 50 dólares.

—Supongo que es un buen trato entonces —asentí.

—Tendremos que encontrar la forma de escaparnos el viernes en la noche —mencionó Kyle.

—Lo dices como si fuera difícil —suspiró Ash—. El toque de queda es a las diez, pero es un hotel en Nueva York un viernes, imagina cuántas personas saldrán a esa hora como para que alguien nos note. Además, dudo que alguno de los chaperones se quede en la entrada toda la noche vigilando que nadie salga.

—No lo hicieron en Key West, así que definitivamente no lo harán aquí —estuvo de acuerdo Gabe.

Nos quedamos en Brooklyn unas horas más hasta que marcaron las nueve y decidimos volver al hotel, que quedaba a unos 45 minutos en tren subterráneo. Por ser el primer día, estaba libre de actividades y éramos libres de explorar la ciudad, pero debíamos llegar como máximo a las diez, hora en la que los profesores comenzarían a checar la llegada de todos al hotel.

Aiden: Hey, llegaste a tu habitación?

Alex<3: Sana y salva. Tú?

Aiden: También. Además, mi compañero de habitación se irá en cuanto pasen los profesores.

Alex<3: Te aseguro que te gustará más mi habitación. Tiene jacuzzi.

Aiden: Cómo demonios conseguiste una habitación con jacuzzi?

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora