Parte II - Capítulo XXIII

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Alexandra

Estaba llorando fuertemente cuando llegué a casa. Por suerte, mis papás y Tammy estaban trabajando y no llegarían hasta dentro de una hora al menos, para que no vieran el desastre que estaba hecha.

Mi mente estaba funcionando a mil por hora, sin saber qué hacer, sin saber si esto era todo. Aiden elegiría a Ashley, y yo no podría perdonarle. Tampoco le obligaría a elegirme a mí, no tenía por qué. Aiden protegería a Ashley y yo protegería a mi familia. Sabía que, considerando el estatus de papá, cuando esto se supiera, todos los trapos sucios de la familia saldrían a la luz, y alguien podría conectar los puntos y entonces sabrían acerca de Travis y el asesinato de Joseph, y lo que le había hecho a mi hermana. No podía permitir que ninguna de esas cosas pasaran, y si eso significaba perder a Aiden...

Tammy se había sacrificado por mí.

Travis había matado a Joseph por nosotras.

No podía devolver ese tipo de lealtad estando de acuerdo con algo que podría hundirnos a todos, que podría llevar a Travis a la cárcel y a Tammy al peor de los escrutinios públicos.

Pero, Dios, no quería perderlo.

Pero a algo tenía que renunciar, y eso era a mis hermanos o a Aiden.

Sin embargo, renunciar a Aiden no terminaría con nadie en la cárcel si las cosas salían mal, y el conflicto de intereses era muy grande como para solo ignorarlo.

Si él pudiera... si tan solo pudiera elegirme a mí sobre Ashley.

Pero tenía razón, lo que estaba haciendo era egoísta, pero hacemos cosas egoístas por las personas que amamos. Mi deber era informarle a papá lo que pasaba y empezar con un plan de contingencia que evitara que todo estallara en nuestras caras, así quizá podríamos tener todo controlado antes de que...

El sonido de un motor me distrajo de mis divagaciones. Solo entonces me di cuenta de que estaba temblando y sollozando como si fuera a perder la cabeza.

Tenía que ordenar mis pensamientos si quería que esto funcionara, y definitivamente no tener un ataque de pánico en medio de todo. No podía involucrar a Aiden en mi historia, o irían tras él; tendría que inventar algo, incluso si eso significaba echarme a los leones, decir que por error mandé la foto a un número equivocado o algo por el estilo. Sí, eso tendría que funcionar.

Y entonces alguien tocó a la puerta.

Fruncí el ceño. Mi familia no tocaría la puerta; tenían llaves.

Me planteé no abrir. Estaba hecha un lío y absolutamente no en posición de hablar con alguien, pero la voz grave de Aiden del otro lado me hizo cambiar de opinión.

—Abre, Alex. Sé que estás ahí.

Su voz me paralizó por un momento, y casi sentí la dosis de adrenalina corriendo por mis venas mientras me obligaba a moverme. Cuando abrí la puerta, sabiendo que no podría esconderme por siempre, me di cuenta de que Aiden había venido en el auto de su padre, que hoy no estaba trabajando. Por un momento había pensado que sería el auto de papá, pero no llegarían tan temprano.

—¿Qué quieres? —pregunté, intentando sonar fuerte, pero mi voz tiritona y chillona me traicionó.

—No lo harás, no volveremos ahí —masculló, bastante enojado mientras se metía en la casa sin pedir permiso.

—¿Volver dónde?

—¡A esta estúpida rivalidad! No nos enfrentaremos otra vez por nuestros lados de la ciudad, ¿me escuchas?

—Esto no tiene nada qué ver con ser el sur o del norte.

—Tiene todo que ver —la furia brilló en sus ojos grises—. Es lo que ha pasado desde siempre. Los del norte usan su poder y su dinero para arruinar a los del sur. Siempre lo han hecho. Y vas a dejar que nos arruinen a nosotros también.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora