Parte II - Capítulo XIX

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Aiden

Joder.

Esta chica.

Esta hermosa, dolorosamente tentadora chica estaba jodiendo con mi sistema. De otra forma, no me explicaba cómo era que cada vez que terminábamos de tener sexo, solo quería follarla otra vez.

—¿En qué piensas? —preguntó de pronto. Bajo la penumbra de la habitación, sus ojos azules brillaban.

—Estoy pensando en ti.

Ella soltó una risita mientras escondía su rostro en mi pecho.

—¿En mí? ¿Qué piensas de mí?

—Que eres demasiado hermosa para tu propio bien, y para mi autocontrol.

—Bueno, acerca de tu autocontrol... apesta.

—Lo sé, y es tu culpa.

—Mira, si quieres culparme a mí, adelante, si te hace sentir mejor.

—Las cosas son como son.

—Debería volver a la fiesta, ya sabes, a asegurarme de que nadie se esté matando —soltó un suspiro pesado, como si no quisiese ir.

—Creo que ya haz hecho suficiente, Alex.

—Solo estás siendo egoísta, queriéndome solo para ti —se rio.

—Es cierto. Es tu culpa, por verte tan bien desnuda.

—Realmente tienes que dejar de echarme la culpa de tu pobre autocontrol, ya se está volviendo viejo —se dio vuelta, enfrentándome. La fina sábana deslizándose por sus pechos me distrajo—. Y mis ojos están aquí arriba, por si lo haz olvidado.

—No lo he olvidado —le sonreí burlonamente y delineé su pecho con el dorso de mi mano. El cuerpo de Alex respondió como siempre, temblando ligeramente mientras sus labios se abrían y dejaban escapar un jadeo.

Algo se rompió en mil pedazos en el primer piso. Se escucharon algunos gritos y luego todo el mundo rompió en risas.

—Van a desmantelar mi casa, esos estúpidos adolescentes idio...

—Para de preocuparte, lo que sea que se haya roto, no se volverá a fijar por que pierdas la cabeza.

—No, ¿pero sabes qué me está haciendo perder la cabeza? Tú, y la manera en la que estás embaucándome para que no vuelva a la fiesta.

—La última vez que vi, no te tengo amarrada a la cama; eres tú la que se deja manipular. Ahora, si quieres que te amarre a la cama en serio no me opondré a eso.

—Eres un pervertido —bufó, pero en cuanto mi mano se perdió entre sus muslos, Alex empujó más contra ella—. Oh, Dios...

Que se joda el autocontrol.

Afirmando mi peso contra mis codos, me puse sobre Alex, besando su cuello mientras usaba mi rodilla para separar sus piernas y perderme entre ellas. Estaba tan mojada, y yo estaba listo otra vez.

—¿Puedo...? ¿Puedo ir arriba?

—¿Mi princesa quiere tomar el control? —arqueé una ceja hacia ella, divertido por cómo sus mejillas se estaban sonrojando.

—Yo... Eso implicaría que sé lo que estoy haciendo, pero no. Tendrás que ayudarme.

—Estoy seguro de que te manejarás simplemente bien.

En un movimiento rápido nos hice girar, dejando a Alex sobre mí, y sujetando su rostro antes de que se estampara contra mi pecho.

—¿Sabes? Para ser una animadora de elite y todo eso, tu coordinación es un asco.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora