Capítulo XXVI

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Vuelvo a disculparme por la falta de edición y posibles faltas de ortografía/redacción/temporalidad, pero esta semana no tengo tiempo para nada. Besitos <3

***

Cuando desperté la mañana del lunes luego de dos noches sin haber podido conciliar el sueño muy bien, todo era diferente, sobre todo porque era la primera vez que mi falta de sueño era porque no podía parar de pensar en un evento no traumático (sino que todo lo contrario).

Me sentía extremadamente feliz, una sensación que no recordaba haber sentido en muchos años. Luego de mi primer ataque de pánico y de muchos años de píldoras, mi cuerpo y mi corazón se habían entumecido; nada realmente era lo suficientemente horrible o lo suficientemente bueno, siempre estaba atrapada en un punto entre podría ser peor y meh.

Pero no ayer ni hoy.

Hoy estaba radiante, y la sonrisa estúpida no me la podía sacar de la cara. ¿De esto me estaba perdiendo? ¿La felicidad extrema y la sonrisa estúpida, mientras que los lugares de mi cuerpo que nunca habían dolido y ahora sí dolían solo me hacían sonreír más cada vez que daba un paso?

No tenía palabras para explicarlo, solo que... por primera vez en la vida, finalmente me sentía completa; feliz, algo por lo que esperar a que llegara el momento indicado. Sé que podía estar siendo estúpida, después de todo, solo había sido sexo... pero se había sentido como algo tan íntimo y maravilloso que no podía concebir que fuera solo eso: el placer carnal más viejo y común de la humanidad.

—¡Duende! El desayuno está listo —gritó Tammy desde abajo, y solo ahí me di cuenta de que había estado mirando a un punto fijo en la habitación con una sonrisa tonta en mi cara, sin hacer nada.

Me apresuré a gritar de vuelta que ya bajaba, a sabiendas de que ni siquiera me había bañado, pero ya era demasiado tarde para la ducha mañanera habitual que me ayudaba a despertar. Extrañamente, no me sentía adormecida como todas las mañanas. Es más, me sentía más viva que nunca, a pesar de no haber dormido lo suficiente.

El día estaba nublado, y el otoño ya muy encima, decidí que era momento de dejar las faldas y me puse jeans, un crop y una chaqueta roja entallada, con mis bucaneras negras favoritas.

Sin tiempo para maquillarme, solo pude bajar corriendo las escaleras mientras me amarraba el pelo en una coleta alta. No recordaba la última vez que había ido tarde a la escuela.

—Buenos días, Tammy —murmuré y me senté en la mesa para tomar mi té.

Tammy me miró con ojos entrecerrados, como si tratara de descifrar algo.

—¿Qué te pasa? —me preguntó.

—¿De qué hablas? —pregunté de vuelta mientras tomaba un sorbo de té.

—Te ves más reluciente que de costumbre —sonrió—. Y vas tarde.

—Estás loca.

—Muchas cosas, pero loca no, hermanita. Estás sonrojada, y pareciera que estás tratando de pelear con una sonrisa.

No entendía cómo Tammy podía notar eso, así que solo me encogí de hombros.

—Solo siento que es un buen día para disfrutar de la vida.

—Es un chico, ¿no?

—¿Uh?

—Vamos, duende. Te he servido desayuno casi todos los días de tu vida desde que tienes cuatro años y nunca te había visto así, tan... extrañamente feliz, sobre todo luego de... bueno, tú sabes.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora