Capítulo XLI

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Alexandra

Alex<3: Gracias por ayudarme hoy, Aiden.

Miré el mensaje sin responder del viernes por milésima vez. Mi último intento desesperado por que Aiden me dijera que no podía vivir sin mí y que lo intentáramos de nuevo, pero se sentía estúpido, sobre todo porque estaba debajo de la foto vulgar que le había enviado.

Demasiado dolida como para seguir haciéndome esto, borré todos los mensajes que había tenido con Aiden en los últimos meses. Eran la única prueba que tenía de que todo esto realmente había pasado. Ahora, quizá podría fingir que todo había sido un simple sueño.

Habían pasado cinco días desde que casi me había casi roto la cabeza y mi cuerpo avergonzado saliera en una estruendosa ambulancia del terreno escolar. Había sido incluso más mortificante cuando el papá de Aiden me atendió en el hospital y tuvo que literalmente decirme que me desvistiera y me pusiera una bata para los exámenes.

No, eso no había sido lo peor. Lo peor de todo había sido que de todas las personas que pudieron ayudarme, Aiden fue específicamente quien estaba ahí, y es que por supuesto, Aaron no dejaría a su hijo ir por ahí en la vida sin saber qué hacer en caso de que una chica estúpida se cayera de tres metros y perdiera la consciencia, ¿no? Claro que no, porque las cosas no podían ser lo suficientemente horribles de por sí solas.

Hoy sería el primer día en el bosque Grayhound. Si alguien me lo preguntaba, era un poco irónico que mi relación con Aiden hubiera terminado por esta precisa acampada, sobre todo porque con mi contusión y mi tobillo esquinzado, me la perdería. Bueno, no había terminado por la acampada en sí. Todo esto me lo había buscado sola.

Pero eso no era lo único horrible de toda esta situación. Además de no poder ir a Greyhound y que el chico al que amaba hubiera decidido terminar lo que sea que teníamos, mi familia me había dejado abandonada en Sylver Valley mientras ellos se iban a un resort en Las Vegas para las únicas vacaciones del año de papá. Gracias a mi contusión, tenía estrictamente prohibido moverme o hacer cualquier cosa en una semana, por lo que no tenía permitido tomar un avión a Las Vegas ni hacer turismo. El hecho de que les dijera que iba a estar bien sin ellos durante los dos días que me quedaban de reposo absoluto fue suficiente para que se fueran sin decir mucho más que "adiós" y "te quiero".

Así que ahora estaba sola, lastimada, y más allá de deprimida. Tampoco podía ver televisión o leer durante mucho tiempo hasta que pasaran siete días.

Órdenes del doctor. Además, hacían que me doliera más la cabeza.

Estaba peligrosamente sola con mis sentimientos de abandono y dolor. ¿Qué estaría haciendo Aiden? ¿Estaría con una chica interesante y menos jodida de la cabeza que yo? ¿Estarían mis amigas felices de que yo no estaba ahí arruinándoles la diversión con mis aires de grandeza? ¿Estaría todo el mundo mejor sin mí, así como mi familia lo estaba?

De seguro lo estaban.

Los dedos me picaban por llamar a Aiden, más que a nadie. Podía vivir con mi familia lejos, podía vivir con mis amigas no extrañándome, pero no estaba segura de cómo vivir sin él. Estaba a dos segundos de marcar su número y rogar su perdón, no importaba qué tuviera que hacer para ganarlo.

Finalmente decidí que no podía seguir tentando a la suerte, porque lo último que quería hacer era arruinar el día de alguien más porque la contusión seguía confundiendo mis pensamientos, así que aprovechando que mi dolor de cabeza apenas si me dejaba concentrarme en el dolor de mi pecho y no podía recordar de memoria ningún número telefónico, borré su número de mis contactos, y ahora no podría hablarle incluso si lo intentaba.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora