Capítulo X

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Alexandra

—¿Qué estaba haciendo Aiden contigo en la playa? —me preguntó Katt luego de que saliera de la ducha.

—Uhm... nada, solo nos estábamos poniendo de acuerdo en ir al lugar que nos asignó la señorita Tanner para mañana.

—Mmm, ahora que lo pienso, también debería hablar pronto con Rhodes —suspiró pesadamente.

—No pensemos en eso ahora. ¿Cómo va tu plan con Jake?

—Avanzando de apoco, ya lo embosqué para que venga al cuarto. ¿Ya tienes dónde quedarte, no?

—Claro —mentí, sabiendo que si decía que no terminaría arruinándole el plan.

—Genial, apenas tenga algo jugoso te textearé.

—Supongo que esa es mi clave para empezar a cambiarme —agarré un conjunto de ropa interior a juego, una falda entubada y un crop top blanco y me cambié rápidamente. Me peiné un poco la maraña de cabello mojado y me lo amarré en una coleta anrtes de ponerme sandalias de tacón y despedirme de Katt, consciente de que no tenía en dónde dormir.

La mayoría de las chicas tenían a sus novios, y la otra minoría tenía ligues con los que divertirse, como Hails, que ya se la estaba montando con uno de los chicos de lacrosse en la habitación contigua. Al parecer, yo era la única desprovista completamente de una vida amorosa.

Ni siquiera entendía por qué Aiden se había molestado en vetarme ligues, no es como que fuera a llegar muy lejos con ninguno. No es que me importara demasiado mi virginidad, pero tampoco planeaba perderla con un algún chico rápido que recogiera en la playa y del que no tenía idea alguna. Como si eso no fuera suficiente, había rechazado a tantos chicos que mi fama de difícil era conocida. Nadie iba a venir a coquetear conmigo y el único que se atrevía, coqueteaba como un chico de segundo grado.

Triste de no tener a nadie que me creyera lo suficientemente interesante como para invitarme a su habitación (además de Max, que no podía ni mirarme sin sonrojarse y menos me invitaría a su habitación. Tampoco que aceptaría), caminé a través del resort hacia el jacuzzi más apartado, inmerso en una de las habitaciones mas recónditas. Estaba completamente oscuro, solo iluminada por la enorme luna que se colaba en la ventana. No quise prender la luz, así nadie sabría que mi triste y solitario trasero estaba aquí.

Barajé textearle a Aiden, liársela un poco, pero lo descarté luego de concluir que probablemente también se la estaba montando con Ashley. Si fuera ellos, tampoco perdería el tiempo.

Apenas pasaron unos minutos de soledad cuando mi celular vibró. Me sorprendió ver el nombre de Aiden en la pantalla, así que lo desbloqué rápidamente.

Dónde estás?


En uno de los jacuzzis, ¿por qué?


No te veo por ningún lado, y tú habitación está... ocupada.


Eso no es para nada escalofríante.


Supongo que no estás con algún chico...


No. Te estoy haciendo caso como la chica buena que te gusta que sea.

Rodé los ojos, sin estar segura de qué me había poseído para decir eso, pero borrarlo solo lo haría peor, así que me retorcí un poco en mi vergüenza mientras miraba la pantalla, esperando que Aiden terminara de escribir.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora