Capítulo L5

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Alexandra

—Buenos días, Alex. Los uniformes están listos. —Me informó Rose cuando entré a la oficina—. Llegaron esta mañana.

—Vaya, qué rápido —murmuré hacia nadie en particular—. Le dejaré saber a los demás. ¿Dónde debemos retirarlos?

—Junto al almacén del gimnasio, como siempre. —Me dio una sonrisa—. Puedes pedirle las llaves al conserje.

—Está bien. Muchas gracias, señorita Rose. Que tenga un buen día.

—¡Tú igual, Alex!

Luego de hacer un maratón por la escuela buscando las llaves y dejándole saber a todos que los nuevos uniformes estaban listos, me acerqué junto con Katt al almacén para buscar los nuestros.

Los colores de los Raiders eran rojo y negro, mientras que los de los Pumas eran blanco y dorado. Además, los uniformes tenían diferentes diseños, así que tuvimos que mandar a hacer uniformes nuevos para todas luego de la noticia de que animaríamos los viernes para los Raiders. Por un momento pensé que mamá no estaría de acuerdo, pero no estaba para nada reluctante de que animara para más público. Unas pocas llamadas y arregló mi horario de entrenamiento en Vanglens Valley los viernes para que fuera justo después de la escuela. Ahora no tenía ninguna excusa para no unirme a lo que estaba segura sería un desastre de magnitudes épicas, pero al menos estaría cerca de Aiden. No todo podía ser malo, ¿verdad?

—Este es tuyo, Alex. —Katt me tiró el uniforme con mi nombre en la etiqueta por la cara—. Y este es mío. Ahora vayámonos antes de que todos se amontonen.

Nos apresuramos fuera del almacén justo antes de que la mayoría de las animadoras entrara al gimnasio. Las saludamos rápidamente y seguimos nuestros caminos hasta los vestidores.

—¿Qué número pediste?

—Uhm... No estoy muy segura. ¿El 75 o algo así? Es alguien de la defensa, pero ya no recuerdo su apellido. —Rodé los ojos.

—Creo que es interesante que las animadoras tengan los números y apellidos de los jugadores en la espalda. Muy original.

—¿Interesante? —Arqueé una ceja hacia ella, escéptica—. Creo que es estúpido, pero ¿quién soy yo para juzgar?

—Realmente no quieres hacer esto, ¿no? —Katt soltó un suspiro.

—¿Qué? ¿Yo? ¡Claro que sí!

—¡No seas descarada! Has estado frunciendo el ceño desde que saliste de esa oficina con Beatrice. Pensé que estarías feliz. Siempre somos felices cuando le hacemos la vida miserable a alguna Raider.

—Pero ahora nosotras también somos Raiders. —Le recordé con ironía, apuntando el uniforme en nuestras manos.

—Semántica. —Chasqueó la lengua—. El punto es que no pareces a bordo con la idea. Solo escúpelo.

—Está bien, lo escupiré: no tengo ganas de pelearme con nadie este año.

—¡Siempre quieres pelearte con alguien!

Era cierto que a principio de año esto hubiera sido genial, pero ahora que estaba en una relación con Aiden, no tenía ganas de enfrascarme en peleas tontas con gente que él consideraba sus amigos. Lo respetaba más que eso, y estaba segura de que Aiden apreciaría que no les siguiera el juego a mis amigos. Sin embargo, suponía que las cosas se tornarían demasiado difíciles en las prácticas unificadas como para que no me terminara enfrascando en alguna pelea tonta que haría que me avergonzara a mí misma.

Nunca había sido conocida por mi paciencia con los del sur, menos cuando estaban atacándome todo el tiempo a pesar de que hace semanas había levantado la bandera blanca. Seguía siendo culpable por asociación, y aún tenía el fuerte presentimiento de que Beatrice estaba planeando mi asesinato.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora