Parte II - Capítulo XLVIII

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Primero que todo, no se preocupen, que esta historia se termine aunque sea con mi último aliento.

Hace unas semanas que me he venido a Europa por un intercambio estudiantil y estaba full con tonterías, pero me ha dado tiempo de escribir y un poco de inspiración para unos cuantos capítulos.

Sé que no es lo mejor, pero aunque me demore esto se termina sí o sí. Van a tener que confiar en el proceso jajaja


***

Alexandra

Si algo he aprendido a lo largo de mi vida, y que tanto mis enemigos y amigos saben, es que tengo el don de manipular a las personas. No diría que estoy orgullosa de ello, y tampoco me ha traído momentos muy buenos. Pocas personas dirían que se sienten orgullosos de manipular, y por suerte yo no soy una de ellas. Lamentablemente, soy hija de mi padre, y todo lo que he conocido en la vida es el arte de manipular y encantar para ser querida y ovacionada. Toda mi vida me las arreglé para manipular a las personas para que creyeran que estaba compuesta, que tenía mi vida arreglada y perfecta y que nada estaba mal conmigo. Lo he hecho tanto tiempo, que casi parecía venirme natural en este momento. No fue hasta Aiden que me di cuenta de que el amor, del tipo verdadero, no llega con manipulación y en realidad, solo logras empujarlo lejos. Fue entonces que me di cuenta de que quizá podía dejar de intentar proyectar una imagen de mí que no era real al mundo. Si Aiden me aceptaba como era, ¿por qué importaría si otras personas no lo hacían?

Pero la cosa acerca de ser una manipuladora, es que no importa lo mal que sepas que está, a veces no puedes evitar hacerlo.

Y otras veces, podría salvarte la vida.

—¿Jake?

Jake dejó de miror la televisión un momento al escuchar mi voz. Me miró con precaución. Por muy retorcido que sonara, siempre sonaba arrepentido de haberme tocado sin consentimiento en el baile y en todos los días que había estado acá se había asegurado de que comiera bien, de que tuviera mis momentos para ir al baño tranquila, y en ningún momento había puesto un dedo sobre mí. Las pocas veces que perdía la compostura era cuando mencionaba a Aiden, por lo que había dejado de hacerlo.

En una forma retorcida, se preocupaba de mí lo suficiente como para no hacerme daño, lo que significaba que podía manipularlo.

—¿Sí, Alex?

—Quisiera... algo dulce.

Reconocí mi voz como esa que usaba con las personas cuando quería algo. Firme pero tierna, más grave pero humilde.

Jake pareció sorprendido de que le pidiera algo luego de días sin dirigirme a él más que para insultaro.

—Tengo chocolate, ¿quieres uno?

Asentí con la cabeza, intentando no parecer tan interesada. La manipulación no funciona si lo haces demasiado obvio.

Jake se levantó rápidamente y abrió uno de los cajones de la alacena, sacando un chocolate. Desató una de mis muñecas y me lo entregó para que pudiera comerlo. La idea de pedirle algo me daba revoltijos en el estómago, pero si quería salir de aquí antes de que en un ataque de locura me hiciera daño, tenía que empezar a actuar. Estaba muy débil para escapar por mi cuenta, y Jake había dejado en claro que todas las puertas y ventanas estaban bloqueadas por un código que solo él sabía y que siempre se encargaba de esconder de mí.

Esta era mi única oportunidad.

Y sería una larga.

—Gracias —comenté mientras le daba una mascada. Me tomé mi tiempo antes de seguir hablando—. ¿Por qué nunca me dijiste lo que sentías por mí, Jake?

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora