Parte II - Capítulo XXXIV

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Aiden

No quería tener una discusión con Alex por esto, menos cuando estaba vulnerable. Lo más inteligente había sido apartarme para evitarla.

Alex podía decir lo que quisiera, pero a pesar de que sabía que sus palabras solo salían desde su inseguridad y su usual actitud defensiva, eso no significaba que no me enojaran. De todas formas, hablaríamos cuando ambos estuviéramos más tranquilos.

Aun así, no la dejé de vigilar en ningún momento, ni siquiera cuando Amy se puso a su lado. Sabía que algo estaba muy mal. No tenía idea de si era por el robo, pero tenía que admitir que conocía a Alex lo suficiente como para saber que algo estaba mal, pero no lo suficiente como para saber exactamente el qué. Quizás no debí presionarla, pero nunca sabía cuánto era poco y cuánto era demasiado con ella. Alex era fuerte, pero en la misma medida, era frágil.

Cuando estábamos cerca de terminar el recorrido del museo, me acerqué a Ashley, que se tomó varios segundos para separarse de Katt.

—¿Todo bien? —me preguntó.

—Mantengan un ojo en Alex, ¿sí?

—¿Qué le pasó a Alex? —Katt preguntó preocupado.

Les conté brevemente lo que había pasado y en cuanto lo hice Katt nos dejó para buscarla.

—¿Problemas en el paraíso? —Ash arqueó una ceja hacia mí.

—Algo así. ¿Tan obvio es?

—Claro. Acaban de robarle y no estás con ella. No suena como tú.

—Solo estoy tratando de... darle espacio. No le gusta que le pregunten si está bien aunque obviamente no lo está.

—Dale un poco de crédito. Muchas cosas han pasado.

—No estoy enojado con ella.

—¿No? Pues pareces enojado.

—Bueno, estoy enojado, pero no con Alex. Simplemente estoy enojado con... no lo sé, con el mundo. Y Alex tampoco ayuda con su actitud.

—Es obvio que está a la defensiva. Dale un poquito de tiempo y se le pasará. Hablando de eso... creo que tengo una idea.

—Tus ideas me asustan —suspiré.

—Esta no es una de esas ideas. ¡Esta es una idea romántica!

—¿Una idea romántica? ¿Te volviste loca?

—¿Por qué es tan difícil creer que tengo un lado romántico?

—Porque nunca en tu vida lo has mostrado. Katt definitivamente te ha vuelto una persona diferente.

—Como si Alexandra no hubiera hecho lo mismo contigo —bufó—. Además, nunca había necesitado mostrarlo, pero ahora te ayudaré para hacerla sentir mejor.

—¿Cómo me ayudarás? Ya estoy empezando a asustarme.

—No es gracioso, Reed —rodó los ojos, pero luego sonrió ampliamente—. Tienes que hacer algo lindo por ella.

—¿Algo lindo? ¿Cómo qué?

—¿Confías en mí?

—Por supuesto que no.

—Genial, apenas terminemos en este basurero, comienza mi plan.

Tal y como Ashley lo dijo, y luego de asegurarnos de que Katt no dejaría a Alex sola, emprendimos camino al centro. Estuvimos todo lo que quedaba de la tarde comprando cosas, hasta que se me acabó la mitad de la mesada del mes. Nueva York era jodidamente caro, pero a Ash no parecía importarle mientras me arrastraba por cada una de las tiendas. El plan era hacer una cena romántica en la azotea del hotel. No tenía idea de dónde había sacado esa idea en específico, pero parecía bastante feliz organizándonos una cita, así que no le dije que no. Para ser sincero, no creía que hubiese hecho algo así de romántico —como le diría Ash— por Alex, así que estaba abordo.

Cuando finalmente llegamos al hotel, teníamos varias bolsas en las manos. Ash las dejó en una esquina mientras miraba a su alrededor.

—Esto quedará perfecto. Ayúdame con las luces.

Lo primero que hicimos fue poner las luces colgantes que habíamos comprado alrededor de la pérgola. Eran de un color cálido y resplandecían amenamente en contraste con la noche. Ashley también puso unas luces pequeñas alrededor de la mesa redonda bajo la pérgola y tomó dos de las sillas que estaban a los costados y las puso en la mesa.

Durante la siguiente media hora, seguimos adornando el lugar con las cosas que Ash había comprado. Algunas velas adornaban la mesa de madera junto con rosas rojas en un pequeño florero de vidrio. Como si eso no fuera lo suficientemente extravagante, Ash dejó caer algunos pétalos de rosa alrededor del piso.

—Tengo que admitirlo, tenía mis dudas, pero esta ha sido una de tus ideas menos aterradoras.

Ash se rio.

—Sé que Alex es tu primera novia, así que aquí va un consejo gratis: nos gusta sentirnos importantes, y nada grita más "importante" que tu novio preparando algo lindo para ti. No te preocupes, no le diré que fue mi idea —me guiñó un ojo.

—Nadie me creería, de todas formas.

—Tienes razón. Si le dices de esto a alguien, te mataré.

—Anotado.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora