Capítulo XXIX

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Aiden

Aquella maravillosa pelirroja estaba ahí, ofreciéndome una pequeña escapada a su auto y lo primero que se me vino a la cabeza fue Alex va a verte.

No tenía idea de por qué eso importaría en lo absoluto, contando con que ni siquiera creía que ella estuviera mirando en primer lugar, así que ignoré los pensamientos sin sentido y le devolví la sonrisa a la chica.

—Disculpa, no he agarrado tu nombre.

—Laura. Lau para los amigos —sonrió.

La chica debía tener unos 17 o 18 años como máximo, y era ensordecedoramente hermosa con su cabello rojo y sus ojos celestes como el cielo, quizás incluso más eléctricos, un revolcón seguro de alguien que claramente no estaba interesada en ataduras.

—Aiden.

—Lo sé, escuché tu nombre cuando mencionaron que eras el dueño de la BMW. ¿Qué dices entonces, Aiden?

Que podrías sacar tu cabeza de tu trasero e ir por Alex.

Sacudí mi cabeza, intentando concentrarme en el ahora. Alex estaba con su hermano, e incluso si no lo estuviera no era tema mío, no me importaba, jamás le prometí exclusividad.

Es lo mínimo que podrías hacer considerando lo que tomaste.

Yo no había tomado nada que Alex no me hubiera dado. Ella fue la que aceptó tener sexo conmigo y perder su virginidad, no era la gran cosa.

—¿Hola? ¿Aiden? —Laura se rio mientras jugaba con su cabello—. Te has perdido en tus pensamientos, amigo.

—Uhm...

Entonces, enojado conmigo más que nada, maldije por lo bajo y decidí que no era justo para ninguna chica que me liara con ella mientras me sentía culpable porque decidí que estaba bien coger a una virgen que pasaba estaba a solo algunos metros de mí. Vaya día para cultivar una consciencia.

—Lo siento, Lau. ¿Para la próxima?

Extrañamente, ella no se lo tomó nada mal.

—No hay problema, campeón. ¿Podría una chica decirte que no?

Intenté devolverle la sonrisa, pero salió más como una mueca. La chica se despidió con un beso en la mejilla y se perdió entre la multitud.

Ahora, mientras mi amiga se la liaba con un tío de forma poco agraciada junto a su moto para fingir que le gustaba el sexo opuesto y mis otros amigos estaban encaminándose con otras dos chicas, estaba solo y sin ninguna gana de buscar diversión tampoco.

Quizá sí quería buscar diversión, pero solo con una persona, que pasaba que me sacaba de mis casillas y que no soportaba, pero luego de aquel fatídico día en el salón de clases cuando mi polla había decidido que nada se sentía mejor que estar dentro de Alexandra King, ya no era el mismo, y cada vez que había intentado actuar como si nada, la culpa me carcomía. No estaba completamente seguro, pero creía que se debía a que Alex no era como las otras chicas con las que frecuentaba. Ella no era experimentada ni sabía lo que era una relación de solo sexo, y a diferencia de las no-vírgenes con las que me liaba, no estaba seguro de que ella entendiera el acuerdo de "te follo a ti pero no significa nada, también follo a otras".

Lo más triste del asunto es que por el momento Alex me tenía agarrado de las pelotas. No podía darle mucho más que sexo, pero si ella decidía que no toleraría tenerlo si al mismo tiempo estaba con otras, dejaría todos mis encuentros sexuales y solo la tendría a ella. Con tal de seguirla haciendo mía cada vez que quisiera, me arrodillaría y suplicaría si era necesario, lo que era muy distinto al "si no te gusta, entonces hasta aquí llegamos" al cual estaba acostumbrado.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora