Parte II - Capítulo XXXVIII

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Alexandra

Luego de minutos que parecieron infinitos y de que Aiden siguiera insistiendo en llamarme sin respuesta, llegué a una realización que había estado queriendo evitar por el bien de todos: necesitaba a mi novio conmigo. Ahora.

Decirle esto a la familia en medio de este caos era una mala idea, pero ya estaba harta de ponerlos antes de mí. A casi habían secuestrado, a no me aceptarían en ninguna universidad hasta el próximo año académico. Todos tenían contención en esta jodida casa menos yo, y si alguien se atrevía a hacer un problema de ello o no permitirme ver a Aiden, entonces saldría a hacer una escena al patio, con todos los camarógrafos y medios locales presentes. Sería épico.

Le mandé un texto a Aiden.


Alex<3: Ven a mi casa. Urgente.


No esperé su respuesta. Me guardé el celular en el bolsillo y bajé la escalera de dos en dos. Nada había cambiado; Tammy miraba todo preocupada mientras su novio le daba caricias reconfortantes en la espalda; mamá estaba susurrando a papá, y dos gigantes en trajes negros custodiaban la casa, como si los otros cuatro que estaban afuera no fueran suficiente. Travis estaba hablando por celular en la cocina.

—Mamá, papá —los llamé. Ambos me miraron como si supieran que yo dirigiéndome a ellos era problemático—. Tengo que decirles algo.

Ambos se miraron.

—Hija, ¿qué sucede? —preguntó mi padre preocupado.

—No es nada malo, solo quiero contarles que... estoy viendo a alguien.

—¿Viendo a alguien? —mamá me dirigió la palabra como hace días no hacía—. ¿Matthew? Sabía que se llevarían bien.

—No, mamá —suspiré—. Estoy saliendo con Aiden Reed. Hace casi cuatro meses.

Hubo un silencio un tanto incómodo. Incluso Travis estaba mirando de reojo, mientras que Tammy solo me daba una sonrisa reconfortante.

Mamá no dijo nada, simplemente se levantó y desapareció en su habitación, dando un portazo que nos hizo saltar a todos.

Suspirando, supe que esa era la mejor reacción que me podría haber dado, porque no creía aguantar un argumento acalorado.

—Alexandra... —comenzó mi padre con su voz condescendiente—. Entiendo que seas joven, pero ese chico Reed...

—Es un chico maravilloso, un talentoso jugador de fútbol y la persona que me hace más feliz en el mundo.

—Alex... él no... Te creo que el chico Reed es un buen chico, pero cariño, ¿de verdad crees que es adecuado para ti?

—¿Por qué preguntas eso, papá? —mi voz sonando sarcástica—. Porque tiene buenas calificaciones, ya le dieron una beca completa a la Universidad de Michigan, es un caballero, me trata como una princesa... ¿por qué no sería adecuado para mí?

—Cariño...

—Oh, claro, porque es del sur —me reí, sin una pizca de humor—. Grandes noticias, papá: no estamos en el siglo pasado. No me importa de qué parte de la ciudad sea Aiden.

—Debería.

—Pues no lo hace ni lo hará —gruñí, manteniendo mi terreno—. Ahora, viene a casa.

—No lo hará —dijo con una voz calmada, pero desafiante.

Qué pena que yo había sacado su determinación y el genio maniático de mamá.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora