Capítulo 12

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En cuanto vio a Padfoot, a Harry le dio un vuelco el corazón. Se rió, cayendo de rodillas con los brazos abiertos, pero para cuando el perro dio su último y enorme salto hacia Harry se había transformado de nuevo en hombre, envolviendo al chico en un aplastante abrazo. -Hola, cachorro-, saludó roncamente.

-Sirius-. Harry se aferró al hombre como si fuera a desaparecer, enterrando su cara en la túnica del hombre.

-Puede que vomite-, dibujó Snape, y Harry oyó una risa familiar.

-Compórtate, Severus-.

Harry levantó la cabeza y su sonrisa se hizo, si cabe, aún más amplia. -¡Profesor Lupin!-.

El hombre lobo le devolvió la sonrisa, poniéndose hombro con hombro con Snape. -Ya no soy tu profesor, ¿recuerdas?-, señaló con ligereza. -Creo que ya es hora de que me llames Remus-.

Harry se arrancó de su padrino, poniéndose en pie para abrazar también a su exprofesor. -Remus-, repitió. La mejilla de Remus se apretó contra su pelo durante un breve instante.

-Me alegro de verte, cachorro-.

Sirius se levantó, rodeando con un brazo a Harry y a Remus. Se había duchado y afeitado desde la última vez que Harry lo vio, y ya parecía un hombre mucho más joven. Parecía feliz.

-¿Qué es este lugar?- Preguntó Harry de nuevo, volviendo la vista a la mansión que tenía delante.

-Es la Casa Seren Du-, anunció Sirius, con un extraño acento en las palabras; galés, tal vez, o gaélico. -Ha estado en la familia Black durante siglos-.

-Pero ésta no estaba en la carpeta que me enviaron los duendes-, dijo Harry con el ceño fruncido. La sonrisa de Sirius se amplió.

-Esta es una de las dos propiedades de los Black que los duendes no conocen. A nuestra familia le encantan sus secretos, después de todo-. El corazón de Harry revoloteó ante la facilidad con la que dijo "nuestra familia", incluyendo a Harry sin pestañear. -Es completamente Imposible de localizar; eso significa que nadie puede encontrarlo en un mapa, ni con ningún hechizo de rastreo. Hay que saber dónde buscar. Y, como está en medio de la nada en el norte de Gales, y sólo hay unas seis personas vivas que hayan estado aquí antes, yo diría que estás bastante seguro-.

-Vaya-. Harry deseó poder pensar en algo más elocuente que decir, pero las palabras le fallaron.

-¿Has terminado de quedarte boquiabierto?- interrumpió Snape, aunque sus palabras no fueron tan duras como podrían haber sido hace un año. Sirius puso los ojos en blanco.

-Deja que se quede mirando, Snape. Se ha llevado un susto-. Miró a Harry, su expresión se volvió más suave, más tentativa. -Dijiste, antes de que tuviera que huir de nuevo, que te gustaría vivir conmigo. Si pudieras. Bueno... aquí tienes. Un nuevo hogar, si te gusta-.

-Es brillante-, aseguró Harry, radiante.

Sirius se balanceó sobre las puntas de los pies, soltando a él y a Remus y saltando de nuevo hacia la casa. -¡Vamos, te enseñaré el interior!-.

-Es como tener otro hijo-, murmuró Snape. Los ojos de Harry se abrieron de par en par cuando Remus le dio un suave codazo en el costado.

-Déjalo, sólo está emocionado. No ha tenido mucho por lo que alegrarse en los últimos doce años-, reprendió.

Harry siguió a su padrino hasta las puertas de la mansión y entró en un gran vestíbulo. Había una enorme escalera de madera oscura frente a él, las paredes pintadas de azul oscuro y los suelos de un reluciente mármol blanco. Los únicos retratos que colgaban eran de paisajes; nada de personas. -Te daremos el gran tour mañana-, prometió Sirius. -Pero Ceri ya tiene casi lista la cena-.

LILY'S BOY Where stories live. Discover now