Capítulo 93

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En la víspera de Año Nuevo, todos los miembros del círculo de confianza de Harry que no se alojaban en el castillo para las fiestas se dirigieron a la mansión Longbottom, que estaba decorada con la elegancia que cabía esperar de Augusta Longbottom.

Harry se inclinó ante la anciana y luego le ofreció la botella de jerez que había traído. -Felices fiestas-, saludó. -Gracias por invitarnos a su casa-.

-Su familia siempre es bienvenida en la mía, heredero Potter-, aseguró ella, con un atisbo de sonrisa en su severo rostro. -Posy les mostrará el salón-. Al oír sus palabras, un elfo doméstico apareció a su lado, sonriendo alegremente a Harry y su familia.

-Los invitados sigan a Posy, por favor-, chistó, guiando el camino.

Harry estaba mucho menos ansioso en esta visita a la Mansión Longbottom; a diferencia de su fiesta de cumpleaños, la gente no estaba aquí específicamente para verlo. Además, esta vez no iba a mentalizarse para tener sexo con Draco. Ese barco ya había zarpado, muchas veces.

Así que estaba relajado mientras seguía a la elfa doméstica hasta el salón, que ya estaba lleno de gente, con una segunda elfa doméstica revoloteando con una bandeja de bebidas.

-¡Harry!- Neville se acercó, sonriendo. -Me alegro de verte, amigo-. Miró al resto del grupo. -¿No hay profesor Lupin esta noche?-.

-Demasiado cerca de la luna-, explicó Sirius. -Pero te manda saludos-.

Harry pensó más bien que se trataba menos de la luna llena de la noche anterior y más de querer recibir el año nuevo con Snape, pero no iba a decir nada.

A un lado, Harry vio a Amelia Bones de pie con un vaso de agua en la mano, y la saludó, dirigiéndose a ella. -Me alegro de verte de nuevo en pie-, dijo a modo de saludo.

-Gracias. Estoy totalmente recuperada, gracias al amigo de Augusta. Y, según me han dicho, a los esfuerzos de Severus Snape-. Sus ojos se entrecerraron expectantes, y Harry se encogió de hombros.

-Poco puedo decir sin desvelar lo que no me corresponde compartir-, le dijo. -Pero confío en el profesor Snape con mi vida-.

-Es bueno saberlo-, respondió ella. -Ahora, no te quitaré toda la noche hablando de negocios; eso sería demasiado grosero por parte de ambos-. Se rió. -Ve, pasa tiempo con tus amigos-.

Harry le sonrió, dirigiéndose obligatoriamente a saludar al resto de sus amigos, preguntándose cuántos más llegarían. Para su sorpresa, Percy Weasley estaba allí, charlando con Bill y Fleur. -Hola, Percy. No esperaba verte aquí-.

-He estado ayudando a Madam Bones-, explicó, jugueteando ansiosamente con sus gafas. -Revisando el papeleo para asegurarme de que todo pueda ser procesado correctamente una vez que el Ministerio sea accesible de nuevo. Ella, ah, me invitó-.

-Y luego me lo dijo a mí para que me asegurara de que realmente viniera-, bromeó Bill, alborotando el pelo de Harry a modo de saludo. -No iba a dejarle pasar el Año Nuevo solo en su piso-.

Percy se sonrojó.

-¡Hemos vuelto a reunir a todos los Weasley!- declaró Fred, apareciendo de la nada a la izquierda de Harry, mientras George aparecía a su derecha. -Bueno, todos los buenos, al menos-.

-Excepto papá. No pude sacarlo a escondidas-, añadió George. -Mamá está en pie de guerra desde que Charlie soltó la bomba en Navidad-.

El señor Weasley le había escrito a Harry, tal y como le había prometido, disculpándose infinitamente por las acciones de su esposa... y por las de Ron, ya que evidentemente Bill y los gemelos le habían explicado al hombre que su hijo había estado espiando a Harry para Dumbledore. Harry no lo culpaba; estaba tan ocupado trabajando para mantener a su familia, que se le escapaba fácilmente.

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