Capítulo 70

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Mirando alrededor de la Cámara de los Secretos a los adolescentes reunidos que lanzaban hechizos con creciente fervor, Harry se alegró en silencio de que ésta fuera la última vez que tuviera que hacerlo. Enseñar había sido divertido, pero intentar colar a todo el mundo dentro y fuera de la Cámara una vez a la semana era agotador; había mucho más en juego si le pillaban con eso, que con la Sala de Menesteres. Pero los exámenes estaban a punto de llegar, así que estaban celebrando una última sesión, sólo para cubrir cualquier cosa que alarmara a alguien. 

Harry dejó que la sesión durara hasta media hora antes del toque de queda, y luego lo redujo todo, queriendo asegurarse de que todos tuvieran tiempo suficiente para volver a sus salas comunes sin problemas. 

-Antes de que nos vayamos todos- dijo, rebuscando en su mochila, -quería que supieran que voy a quemar el contrato-. Lo sacó y lo sostuvo para que todos lo vieran. Varios se quedaron boquiabiertos.

-¿Qué? ¿Por qué?-.

-Lo último que quiero es que a alguno de ustedes se pregunten sobre el aprendizaje de un hechizo durante el examen, y que accidentalmente activen el contrato, borrando sus recuerdos en medio de su examen práctico-, señaló Harry. Muchas caras se pusieron verdes ante la perspectiva. -Si lo quemo, la magia se acaba. Creo que a estas alturas puedo confiar en que todos ustedes no dirán nada-. Con un poco de suerte, para el verano no importaría. 

Entonces, sonrió. -Además-, añadió, -si alguno de ustedes le dijera a alguien que se estaba colando en la Cámara de los Secretos para practicar hechizos, nunca le creerían-.

Se oyeron risas, que se convirtieron en vítores cuando Harry prendió fuego al contrato, y el pergamino se convirtió en ceniza frente a él. -Pase lo que pase en sus exámenes, estoy orgulloso de todos y cada uno de ustedes-, declaró con firmeza. -Y espero de todo corazón que nunca tengan que utilizar lo que han aprendido este año en el mundo real, pero... me alegro de que lo sepan, por si acaso-.

Avergonzada, Ginny arrancó una ovación a Harry, agradeciéndole que les hubiera enseñado en primer lugar. Él se sonrojó, apresurándose a abrir el pasillo que los llevaría de nuevo a la biblioteca. -Vamos a salir de aquí-, murmuró con timidez. 

De vuelta a la Torre Gryffindor, Harry se disculpó y se dirigió a su dormitorio, con la intención de llamar a Sirius. Hacía tiempo que no hablaba con su padrino, y probablemente no tendría mucha oportunidad cuando empezaran los exámenes.

-Hola, Padfoot-, saludó, y Sirius le devolvió la sonrisa. 

-Hola cachorro. ¿Cómo te va? ¿Preparado para los exámenes?-.

-Creo que sí-. Tenía algunas cosas que quería repasar, pero en su mayor parte estaba seguro. -Voy a repasar Runas y Aritmancia con Draco el fin de semana, para comprobar que estoy a la altura-. Remus y Sirius le habían enseñado bien, pero también hacía veinte años que no se examinaban, y Harry quería estar absolutamente seguro de que no se había perdido nada del temario.

-Buen chico-, aprobó Sirius, y luego sonrió. -Pero no te desvíes demasiado, ¿sí?-, movió las cejas, pero Harry se limitó a poner los ojos en blanco.

-Como si Draco me dejara. Ahora está en modo de estudio, es todo negocio-. Había un toque de fastidio en su tono, pero no podía evitarlo; su novio no dejaría que se diera nada más que un ligero beso, no queriendo distraerse tan cerca de unos exámenes tan importantes.

Aunque había prometido algo grande para compensar a Harry, después. Pero Sirius no necesitaba saber eso. 

Charlaron un poco sobre cosas intrascendentes, y Harry empezó a notar poco a poco que su padrino parecía... fuera de sí. -¿Está todo bien, Sirius?-.

LILY'S BOY Where stories live. Discover now