Capítulo 106

10.6K 964 810
                                    

Era una multitud muy descontenta la que se arrastró a desayunar a la mañana siguiente a las siete y media. Incluso la propia Amelia parecía arrepentida de haber convocado una reunión tan temprana.

-¿Estuve muy borracho anoche?-, comenzó Sirius, sorviendo una taza de café y muy claramente con resaca, -¿o ustedes dos atravesaron una pared?-. Miró a Harry y a Draco con recelo, y Harry se rió.

-Estabas muy borracho, pero también sí-.

-Sí, me lo estaba preguntando-, intervino Anthony Goldstein, levantando las cejas escépticas.

-Aparentemente eso es algo que puede hacer ahora-, dijo Draco, alcanzando un plato de tocino. -Al castillo le gusta, por lo que me dijo-.

-Lo hace-, confirmó Harry encogiéndose de hombros. -Neville, deberías probarlo alguna vez. Va a hacer que ir de una clase a otra sea pan comido-. Ya estaba pensando con anhelo en el tiempo extra en la cama que le daría por las mañanas, al no tener que molestarse con todas esas escaleras.

-¿Es demasiado tarde para renunciar a la dirección?- dijo McGonagall con una mirada al cielo. -No sé si podré soportar un año más de sus travesuras, señor Potter-.

-Todo irá bien-, le aseguró Harry con despreocupación. Robó medio sándwich de tocino del plato de Draco; ahora que tenía una taza de té dentro, se sentía ligeramente más humano y dispuesto a probar la comida.

Unos pasos agudos sobre la piedra hicieron que todos levantaran la vista, varios de los alumnos hicieron ruidos de sorpresa al ver a Snape dirigirse hacia ellos. El hombre iba vestido con su habitual túnica negra de profesor, con el ceño siempre fruncido. Sin embargo, metió la mano en el bolsillo y sacó un puñado de frascos. Los dos primeros fueron para Harry y Draco, y Harry, como se había convertido en costumbre, lo descorchó y se bebió el contenido sin siquiera mirarlo.

-¡Harry, ni siquiera sabes qué es eso!- Parvati jadeó, y luego miró temerosa a Snape como si pudiera ponerla en detención por sugerir que envenenaría a su alumno.

-Poción para la resaca-, relató con una sonrisa de felicidad, la tensión en su cabeza se alivió y el revolcón de su estómago disminuyó. -Severus, eres mi nuevo favorito-.

-¡Oye!-, protestó Sirius, sólo para que le lanzaran un frasco de los suyos. -Vale, sí, nuevo favorito, lo siento Moony-.

Remus no estaba allí para discutir, pero los labios de Snape se torcieron.

-Sólo lo hago por Severus y Draco-, aseguró Harry, viendo varias miradas de preocupación alrededor de la mesa. -No bebo a ciegas cualquier cosa que me den, lo prometo-. Podía confiar en esos dos tanto en que no le dieran veneno como en que supieran exactamente qué pociones podía tomar sin peligro en cada momento.

A pesar de su ceño fruncido, Snape había traído suficientes pociones para todos los que necesitaban una, ignorando estoicamente cualquier agradecimiento en respuesta.

-¿Sólo has venido a despejarnos a todos para que no hagamos tilín en el Ministerio, o necesitas algo?- preguntó Charlie, una de las pocas personas de la mesa que estaba demasiado acostumbrada a Snape como para ofenderse por el semblante general del hombre.

-Voy contigo-, respondió Snape. -Gringotts ha confirmado que, en efecto, sigo siendo elegible para el puesto de Prince, y hace tiempo que debo reclamar mi derecho de nacimiento-. Harry estaba seguro de que sólo él, y tal vez Sirius y Narcissa, podían ver la tensión en los hombros de Snape, la ligera vacilación ante su admisión. Estaba nervioso, confesando esos secretos de su pasado a un grupo de estudiantes en su mayoría.

Susan jadeó, y sus ojos se iluminaron con entusiasmo. -¡Me preguntaba de dónde había salido el último asiento de Dumbledore! Has sido tú todo el tiempo!-.

LILY'S BOY Where stories live. Discover now