Capítulo 52

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Después de un excelente fin de semana, Harry sonreía mientras se dirigía a desayunar el lunes. Había jugado al quidditch; se había besado con su novio; había terminado todos los deberes y por fin había hablado con Sirius. Su padrino había recuperado el espejo, y Harry estaba satisfecho de que lo estuviera haciendo bien por sí mismo; al parecer, el señor y la señora Weasley se habían mudado de nuevo a la Madriguera ahora que los niños estaban en el colegio, por lo que era más fácil que Sirius pasara más tiempo en Seren Du.

El buen humor de Harry murió en cuanto vio la primera página del Profeta.

Susan lo agarró de camino a la mesa de Gryffindor, redirigiéndolo a Hufflepuff en su lugar, y tan pronto como se sentó le empujó el periódico en su dirección. Al leer el titular se le encogió el corazón. -Oh, no lo hizo-.

-Sí lo hizo-. La mirada de Susan fue suficiente para que Harry se sorprendiera de que el periódico no estallara en llamas.

Umbridge se había hecho llamar "Alta Inquisidora de Hogwarts". Lo que, según aprendió Harry al leer el artículo, significaba básicamente que podía crear las normas escolares que quisiera, y decidir qué profesores se consideraban adecuados para sus puestos.

-Mira-, instó Susan, señalando el final del artículo. -Los ancianos del Wizengamot Griselda Marchbanks y Tiberius Ogden han dimitido en señal de protesta-.

-¿Dimitieron?- Harry se hizo eco en voz baja. -¿Qué significa eso?- ¿Cómo puede alguien renunciar a un puesto hereditario?.

-Han cedido sus asientos a Dumbledore por delegación-, explicó Susan, con una mirada agria. -Como gesto de apoyo-.

A Harry se le revolvió el estómago. Si bien estaba a favor de hacerles la puñeta al Ministerio, no quería que Dumbledore obtuviera más poder en el proceso. -Genial-. Eran dos puestos más que tendrían que intentar arrebatarle a Dumbledore. Peor aún, dos puestos de los que no conocían a los herederos. -Marchbanks es el puesto de Tremblay, ¿verdad?-, comprobó, y Susan asintió.

Tremblay y Ogden eran dos linajes que no habían hecho público su árbol genealógico en el último siglo. Ni Marchbanks ni Ogden tenían hijos que nadie conociera, y ambos eran algo mayores.

Si les ocurría algo mientras Dumbledore ocupaba sus puestos, sería casi imposible reclamárselos al director.

-Señor Potter-. Harry se enderezó y se giró para ver a Umbridge de pie frente a él, con ojos fríos. Su mirada se desvió por un momento hacia el papel que tenía en la mano, y una pequeña sonrisa de suficiencia cruzó sus labios. Harry la odiaba. -¿Puedo preguntar qué estás haciendo?-.

-...¿Desayunando?- Respondió Harry, confundido. Su sonrisa se tensó.

-Esta es la mesa de Hufflepuff. Tú eres un Gryffindor-.

Oh. Era como Dumbledore de nuevo todo el pasillo estaba lleno de estudiantes en la mesa de la casa equivocada, y sin embargo Harry era claramente el problema.

-Susan y yo estábamos discutiendo los últimos artículos del Profeta. El Ministerio aprueba que los alumnos se interesen por la actualidad, espero-.

A su lado, Susan estaba quieta como una estatua, observando cómo los ojos de Umbridge se entrecerraban.

-Diez puntos de Gryffindor, señor Potter-, declaró dulcemente. -Vuelva a su mesa, por favor-.

Susan le puso una discreta mano en el brazo antes de que pudiera discutir, lanzándole una mirada de advertencia con un pequeño movimiento de cabeza. Harry contuvo un suspiro. -Sí, profesora-. Le devolvió el papel a Susan y se puso en pie, dirigiéndose a sentarse con Neville en Gryffindor. Tenía el ceño fruncido cuando se sentó. -Odio a esa zorra-, murmuró. Neville tarareó de acuerdo.

LILY'S BOY Where stories live. Discover now