Capítulo 83

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El Profeta era cada vez más audaz en sus intentos de difamar a Harry, lleno de citas de Dumbledore y otros "testigos anónimos" sobre los comportamientos preocupantes de Harry en la escuela durante el último año. Por suerte, según la carta que Harry acababa de recibir de la señora Frobisher, el último número fue suficiente para que ella les enviara un tremendo cese de actividades.

No detendrá a Dumbledore, pero te dará algo de paz del Profeta. Y Amelia y yo estamos trabajando en el resto. Estamos manejando esto, Harry. No te preocupes.

Era una sensación novedosa, tener a alguien tan dedicado a proteger su imagen pública. Sabía que no serviría de mucho -(el daño ya estaba hecho con lo que había dicho Dumbledore)-, pero le tranquilizaba saber que todo acabaría pronto.

Ahora que estaban bien metidos en agosto, le parecía que el nuevo curso escolar estaba demasiado cerca en el horizonte. Harry sabía que un mes era mucho tiempo -(después de todo, ya habían encajado muchas cosas en el primer mes de verano)-, pero aun así, el pequeño reloj en el fondo de su mente hacía un tictac siniestro.

Era un mundo extraño, cuando volver a la escuela se sentía como entrar en territorio enemigo.

Aun así, el resto de la casa estaba decidida a no dejarle demasiado atrapado en sus preocupaciones. Entrenaba cuando podía, y seguía sacando tiempo para divertirse con los demás, y si parecía que se estaba metiendo demasiado en su propia cabeza con todas sus preocupaciones, Draco se complacía en arrastrarlo hacia arriba mientras sus tutores fingían no darse cuenta.

Harry tuvo que luchar contra la sonrisa soñadora que amenazaba con apoderarse de él al pensar en su novio, que se había vuelto mucho más audaz desde el día después del cumpleaños de Harry, cuando por fin habían dado ese paso. Era como si Draco hubiera estado conteniendo la respiración, preguntándose si cada oportunidad a solas se convertiría en la gran oportunidad, pero ahora habían... Harry no quería decir terminado, pero ahora habían llegado a ese punto y ambos disfrutaban del proceso, Draco estaba más relajado en el dormitorio de lo que Harry le había visto desde antes de los exámenes.

Aunque intentaban no pasar todas las noches juntos; no por miedo a que sus tutores dijeran algo -(estaba claro que todos en la casa sabían que los dos chicos tenían sexo, para su vergüenza)- sino porque ninguno de los dos quería acostumbrarse a dormirse juntos y luego luchar por separarse una vez que volvieran a Hogwarts.

Además, Harry seguía teniendo visiones la mayoría de las noches, y quería asegurarse de que Draco tuviera un sueño que no se viera interrumpido por sus aspavientos y gritos.

Pero no eran completamente codependientes, y pretendían seguir siéndolo; por eso, Draco y Narcissa estaban fuera poniéndose al día con todos en la Mansión Malfoy, mientras Harry estaba en la biblioteca con Remus. Sirius y Charlie estaban... en algún lugar de la casa, y Harry no quería contemplar eso demasiado de cerca.

-Oye, ¿puedes echar un vistazo a esto? Parece interesante-, dijo Harry, entregándole su libro abierto en una página sobre cadenas de hechizos en duelos. Remus enarcó una ceja, pero cogió el texto de forma complaciente, y su cara se iluminó cuando empezó a leer.

-¡Oh, sí! ¿No te he enseñado esto antes?- Harry negó con la cabeza, y el hombre lobo frunció el ceño. -Hmm. Juro que estaba en mi lista-. Se encogió de hombros, arrastrando los pies para que ambos pudieran leer el libro al mismo tiempo. -Es un material fascinante, de verdad; tú...- Pero fuera lo que fuera, Harry no llegó a averiguarlo; Snape irrumpió por la puerta, con su rabia como una nube alrededor de los hombros, la magia prácticamente vibrando desde su piel. -¡Severus!- Remus se puso en pie de un salto, alarmado. -¿Qué ha pasado?-.

LILY'S BOY Where stories live. Discover now