Capítulo 64

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Deambulando entre las hileras de estanterías de la biblioteca, Harry buscó un lugar para estudiar sin que lo miraran embobado o le susurraran. Tenía una pila de libros en los brazos, todos sobre el proceso de conjuración animada, y una redacción de Transfiguración de dos metros que debía entregar por la mañana. 

Siguiendo hacia algunas de las filas del fondo, esperando que estuvieran más desiertas, Harry se quedó helado sentado en un rincón oscuro, completamente solo, estaba Cassius Warrington. Y tenía un aspecto horrible.

El rostro del séptimo año, habitualmente apuesto, estaba pálido y céreo, y su pelo castaño le colgaba en los ojos como si se hubiera cortado hace tiempo. La túnica le colgaba de los hombros; había perdido peso este año escolar. 

Con cuidado, Harry comprobó que no había nadie fisgoneando, y luego se acercó al Slytherin y colocó una barrera de privacidad para bloquearle la vista. Cassius se sobresaltó cuando la magia lo envolvió, mirando alarmado. -Oh, Potter. Sólo eres tú-. Sus hombros volvieron a caer. 

-¿Estás bien?-.

Un bufido burlón escapó de los labios del Slytherin. -Oh, estoy bien-, contestó, el sarcasmo goteando de su tono. -Positivamente maravilloso-.

Harry se sentó con recelo. -Cassius-, empezó, y la máscara de Slytherin del chico se resquebrajó un poco. 

-Tengo NEWTs en cuatro meses-, dijo, con la voz hueca. -Y después de eso me iré a casa, con mi familia, donde mi hermano mayor y mis tíos y mis dos primos están esperando que me una a ellos en las filas de los leales súbditos del Señor Oscuro-. Su rostro se torció de disgusto. -Sé que no me dejarán usar el Ministerio como excusa para mantener esa asquerosa Marca fuera de mi brazo. Diablos, tres de ellos trabajan allí y no les ha supuesto ningún problema-. Se pasó una mano por el pelo, despeinándolo aún más. -De alguna manera tengo que aprobar estos putos exámenes sabiendo lo que me espera cuando terminen. Pero incluso si no los apruebo me enfrentaré al mismo destino, así que para qué coño sirve-. Pateó la pata de la mesa, haciéndola sonar. 

-Si pudiera matarlo más rápido por ti, lo haría-, comentó Harry con ironía. Los ojos de Cassius se abrieron de par en par.

-Yo no... No es tu culpa, Harry-, insistió. -Aunque el Señor Tenebroso muriera mañana, eso no impediría que mi familia estuviera allí. Que sea horrible. Tratando de atraparme en su retorcida red de magia oscura-. Sus labios se curvaron en una sonrisa fría y amarga. -Lo mejor que puedo esperar es que todos ellos sean enviados a Azkaban cuando luchen en el ejército de su Señor. O que los maten. No soy exigente-. La bravuconería flaqueó, y suspiró una vez más. -Es que... los chicos de mi dormitorio son todos partidarios legítimos, y me doy cuenta de que me observan. Saben que el año pasado me juntaba con todo tipo de personas. Saben que era amigo de los tuyos. Pero siempre están ahí y, cuando no lo están, lo está Umbridge, y no puedo confiar en que nadie lea mis cartas, así que apenas puedo hablar con la única persona a la que realmente le importa una mierda, y mi carga de trabajo es cada vez peor y simplemente... no tengo a dónde ir, Harry- dijo, con la voz quebrada. -Tengo casi dieciocho años y sigue sin importar. Sigo atrapado con ellos. Si quiero tener la oportunidad de salvar el nombre de la familia, si quiero tener aunque sea un knut a mi nombre cuando me gradúe, tengo que hacer lo que ellos dicen. Desheredarme sería lo más amable que harían es mucho más probable que acabe muerto-.

-¿Qué pasa con Oliver?- preguntó Harry, y todo el cuerpo de Cassius se puso rígido, sus ojos color avellana se llenaron de miedo durante un breve instante. Luego se relajó, volviéndose tímido.

-¿Te lo ha dicho?-, preguntó con conocimiento de causa, y Harry negó con la cabeza.

-Lo he adivinado-. 

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