Capítulo 68

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A pesar de haberse deshecho de Dumbledore por el asunto, Umbridge no estaba ni remotamente satisfecha con dejar a Harry y a sus amigos en paz. Cada vez que Harry se colaba por la entrada de la Sala de Menesteres -(siempre bajo su capa de invisibilidad)- había al menos un miembro del Escuadrón Inquisitorial esperando fuera de ella. 

Sabía que Harry no se rendiría tan fácilmente y estaba decidida a atraparlo en el acto. Todos los días, en las clases y en las comidas y entre las lecciones, Harry se encontraba en el extremo receptor de una docena de miradas intencionadas; todos los miembros de la HA se preguntaban si esto era todo, si finalmente habían terminado. Harry se limitaba a sacudir ligeramente la cabeza y seguir adelante. Ya encontraría la manera.

Con todos ellos bajo tan estrecha vigilancia, los herederos tampoco podían reunirse. Esto estaba bien en su mayor parte, ya que sólo habían estado estudiando las últimas veces, pero seguía siendo molesto tener sus grupos sociales tan limitados por la mirada de insecto de Umbridge, siempre presente. 

Pero Harry no dejaba que eso lo detuviera. Conocía muchos más secretos dentro de Hogwarts de los que Dolores Umbridge podría soñar con conocer.

-No le diré a nadie lo del despacho-, siseó Harry en señal de promesa -(aunque Salazar había admitido que hablaba con fluidez el inglés moderno, seguía insistiendo en que conversaran en pársel)-. -Pero a menos que conozcas alguna idea mejor para un espacio lo suficientemente grande como para que cincuenta y seis personas puedan lanzar hechizos sin ser descubiertos, la Cámara es mi mejor opción-.

Salazar, para sorpresa de Harry, esbozó una dura sonrisa, con los ojos brillando. -Harry, muchacho; los cuatro construimos Hogwarts para rebelarnos contra una forma de gobierno que quería que la magia permaneciera en secreto, enseñada sólo entre maestro y aprendiz-, señaló. -¡Rebelarse contra el gobierno es lo que hacemos! Por supuesto, puedes traer a tus amigos hasta aquí, siempre que no salgan de la Cámara principal. No pueden explorar sin ti, después de todo-.

Tenía razón; hacía tiempo que Harry había cerrado la boca abierta de la estatua de Salazar Slytherin, y conocía la orden siseada que cerraría todas las salidas de la sala principal. No había otros parsel en el colegio que pudieran ir contra él.

Sonrió ante el fundador. -Brillante-. 

A la noche siguiente, después de su detención con Umbridge, Harry subió a su dormitorio y buscó en el cajón de su cama un tintero en particular. Unas cuantas preguntas silenciosas le habían aclarado los horarios de los entrenamientos de quidditch, y quería moverse lo más rápido posible. Levantó su varita, grabando cuidadosamente una breve frase en la placa de plata del fondo.

-'Jueves 7PM. Biblioteca, fila 82'-.

Ya está. Eso sin duda los mantendría expectantes.

Por la mañana, fue emboscado por Ginny en cuanto él y Neville entraron en la sala común

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Por la mañana, fue emboscado por Ginny en cuanto él y Neville entraron en la sala común. -¡No podemos hacerlo en la biblioteca!-, siseó ella, su frase se ganó las cejas levantadas de un par de alumnos de sexto año que pasaban por allí en ese momento. Harry se sonrojó a su pesar. -¡Pince tendrá nuestras cabezas!-.

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