Capítulo 94

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Terminando un desayuno bastante tardío -(después de que Charlie se fuera a trabajar, Sirius había decidido que necesitaba "cinco minutos más", que se convirtieron en casi una hora)-, Sirius estaba considerando sus opciones para el día, cuando sintió que algo cálido vibraba en el bolsillo de su bata. Frunció el ceño: ¿qué podría querer Harry a estas horas de la mañana? Seguramente estaba en clase... se devanó los sesos, tratando de recordar si su alumno tenía un período libre a primera hora de un miércoles. Su estómago se revolvió intranquilo mientras sacaba el espejo, esperando que fuera sólo una charla amistosa y no una emergencia.

Sólo que la cara que apareció en el cristal del espejo no era la de su ahijado. -¿Neville?- saludó Sirius, sorprendido; el revuelto de su estómago se hizo más feroz. El heredero de los Longbottom estaba pálido y ansioso.

-Lord Black-, respondió, sólo con una pizca de vacilación en su tono. Sirius le había dicho al chico que lo llamara por su nombre de pila una docena de veces, pero no creía que fuera el momento de otra reprimenda. -Señor, creo que Harry ha desaparecido-.

El corazón de Sirius se hundió. -¿Qué quieres decir?-.

-No estaba en el dormitorio cuando me desperté esta mañana-, le dijo Neville. -Y no apareció en el desayuno-.

-¿Y estás seguro de que no se quedó a dormir con Draco y decidieron tomar juntos un desayuno romántico en las cocinas?- La esperanza en la voz de Sirius era evidente, pero Neville negó con la cabeza.

-Draco estaba desayunando. Le pregunté y me dijo que no había visto a Harry desde anoche. Y, el castillo... el castillo no es feliz. Se siente... mal-.

-Joder-. El pánico empezó a crecer, y Sirius lo rechazó. Enloquecer no ayudaría a nadie. -Joder. Oh, Merlín. Yo... ¿dónde está Dumbledore?-.

-Estaba desayunando, ni siquiera pareció darse cuenta de que Harry había desaparecido-. Neville parecía tan suspicaz como Sirius. Por la cantidad de atención que el director había prestado a Harry últimamente, que no se diera cuenta era un indicio en sí mismo.

-Neville, ¿sabes lo del Mapa del Merodeador?- Sirius presionó, y el alivio lo golpeó cuando el chico asintió. -¿Sabes dónde lo guarda Harry?-.

-Yo... suele llevarlo encima, de verdad-, dijo Neville, con la cara desencajada. Desapareció por un segundo, y Sirius escuchó hurgar. -No está en su mesita de noche. Tampoco la capa-.

-Tonterías-, siseó Sirius. Desde luego, la única vez que sería útil que Harry no llevara esas cosas encima, se les había ido la olla. -Neville, escúchame-. Ahora sólo quedaba una opción.

Los ojos de color avellana del chico estaban alerta cuando se encontraron con los de Sirius.

-Necesito que vayas a ver al profesor Snape-, le dijo Sirius, mirándolo boquiabierto. -Te prometo que no es lo que crees que es. Está de nuestro lado-.

Neville se mordió el labio, visiblemente conflictivo. -Yo... escuché a Amelia decir que él le salvó la vida, cuando el Ministerio cayó-.

-Lo hizo. Es el único maldito adulto en el que confío en ese colegio estos días... y si supieras cómo éramos los alumnos, sabrías lo importante que es eso-, añadió Sirius con un amargo giro de labios. -Ve a ver a Snape. Háblale de Harry. Si alguien allí puede ayudarte, es él. Yo... daré la alarma aquí-. Lo resolvería, de alguna manera. Ellos se darían cuenta.

Harry no estaría desaparecido por mucho tiempo, no en su guardia.

-¡Mantén el espejo contigo!-, añadió, antes de que Neville pudiera cortar la conexión. -Cuídate, chico-.

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