Capítulo 66

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Todas las semanas, sin falta, sin importar el caos que se produjera en la agenda de Harry, éste reservaba un tiempo para enseñarle a Draco todo lo que le había enseñado a la HA. A veces ese tiempo terminaba siendo la medianoche, pero valía la pena. Todo lo que Harry podía enseñarle a Draco, Draco se lo enseñaba luego a Pansy y a Millicent y a Cassius y ahora a Theo - los Slytherins que no podían arriesgarse a venir a las sesiones por sí mismos, pero que tampoco podían arriesgarse a ir al pequeño grupo de estudio de la Casa Slytherin de Blaise y Daphne para hacer lo mismo.

Eran los Slytherins que no podían arriesgarse a ser vistos desertando, ni siquiera por otros desertores. 

Por suerte, las sesiones no duraban tanto como con los HA Draco era sólo una persona, no las cincuenta y pico a las que Harry daba clases ahora, y además era una persona inteligente. Aprendía las cosas con rapidez, lo que facilitaba mucho el trabajo de Harry.

Y dejaba mucho tiempo para que se besaran antes de irse a la cama, dependiendo de la noche. Desde que empezaron a trasladar su pequeña cita a la Cámara, era un poco más fácil dejarse llevar.

En este momento, estaban trabajando en el primer hechizo que realmente haría tropezar a Draco, para hacer que necesitara más de una sesión sobre el tema; el encantamiento Patronus.

-No puedo creer que le estés enseñando esto a todo el mundo-, murmuró el rubio, mirando con frustración a la mancha informe de magia plateada que se extendía frente a ellos. -Es una magia muy avanzada-.

-Es una magia muy útil-, replicó Harry. -Y no es imposible, sólo hay que intentarlo. Ésta es sólo tu segunda sesión. Recuerdas el tiempo que me llevó en tercer año-.

-Sí, porque tenías trece años-, dijo Draco con sorna. Resopló. -Déjame intentarlo de nuevo-. Una mirada de determinación cruzó su rostro. -¡Expecto Patronum!-.

La magia de plata estaba cerca, ahora; Harry definitivamente vio algo con cuatro patas y una larga cola. Un pensamiento lo golpeó, y sonrió. -Eso es brillante, amor-.

La ceja de Draco se levantó con suspicacia. -¿Por qué pareces tan jodidamente engreído?-.

Harry se inclinó hacia él, besándolo rápidamente. -Si no me equivoco, tu patronus es un zorro-, informó al chico de Slytherin encantado. Los ojos de Draco se abrieron de par en par.

-Oh-. Una sonrisa se dibujó en sus labios. -Eso tiene sentido, supongo-.

-Te amo-, declaró Harry, con el corazón lleno al saber que Draco lo veía como su mayor protector. Draco puso los ojos en blanco.

-Yo también te amo, pero si me dices que Longbottom consigue su patronus antes que yo, te dejaré-, espetó. Harry se rió.

-Para ser sincero, supuse que te enseñarías a ti mismo el hechizo cuando supiste que yo lo estaba aprendiendo, allá por el tercer año. Siempre fuiste un mierdecilla competitivo-, añadió con cariño. Una vez más, Draco resopló con frustración.

-Lo hice. No pude conseguirlo, así que me rendí-.

Harry se acercó más, rodeando a Draco con sus brazos por detrás, apoyando la barbilla en el hombro de su novio. -Bueno, ahora tienes recuerdos más felices-, señaló, besando la concha de su oreja. -Vamos. Ya casi has llegado-.

Sintió el escalofrío que recorrió el cuerpo de Draco. -No ayuda-, murmuró el rubio, aunque no hizo ningún movimiento para desalojar a su novio percebe. Levantó la varita, respiró hondo y volvió a intentarlo.

 Levantó la varita, respiró hondo y volvió a intentarlo

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