Capítulo 55

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Mikhail


Nada más colgar la llamada con mi madre, he salido a la calle. Por lo que me ha dicho, Mariya vive cerca del conservatorio, pero sabiendo que no tiene mucho, me apostaría la vida a que está en el edificio de protección que hay en la zona.

Miro en internet la dirección. Aparco cuando llego y miro en los buzones si pone el nombre. Mariya, al igual que yo, tiene tres nombres, y de cara al mundo damos el tercero, pero usamos el primero, el español, para asuntos oficiales, como sería dar una dirección.

—No falla —mascullo al ver su nombre en el buzón.

Llamo al telefonillo.

—¿Sí? —dice una chica.

—Soy el hermano de Almudena, ¿está en casa?

—N-no sé...

—Dile a Masha que me cago en todo si no habla conmigo ahora mismo.

—Deja que suba. —La oigo de lejos.

La puerta se abre y subo por las escaleras a toda prisa. Al llegar a su rellano, la veo esperando en la entrada del piso.

—Tú... —gruño con fiereza.

—Entra.

Pasamos hasta el salón. La otra chica se va a su cuarto cuando Mariya le hace un gesto de cabeza.

—¡¿Me puedes explicar por qué se ha presentado Julio en mi casa a pedirme dinero?!

—La he cagado.

Se muerde el labio, se mueve inquieta, mira a su alrededor, esquivando mi mirada...

—¿Vas puesta?

—No.

—Masha...

Se rasca la nuca.

—Te juro que hoy no me he metido nada.

—¡Joder! —exclamo con ganas de darle un guantazo; mi madre y yo nos sacrificamos mucho para llevarla a rehabilitación y, sin más...

Por suerte, tengo mucho autocontrol y también entiendo que está enferma, que no puedo hacer nada por ella si ella no quiere hacer nada por sí misma. Pero esta vez se le ha ido de las manos; Julio ha amenazado a la familia, y Julio no amenaza como hobby.

—No quería, de verdad...

—¡Me da igual! ¡Julio se ha presentado en mi casa! ¡Ha amenazado a la familia!

—Lo siento... — Se encoge angustiada y avergonzada.

—Deja de disculparte y cuéntamelo todo.

—Todo empezó hace unos meses. Estaba en el garito de Julio. Necesitaba curro y él siempre tiene algo.

—No aprendes...

—Un día llegó un tipo preguntando por ti.

—¿Un tipo? —La miro más interesado—. ¿Quién?

—No sé, un francés.

—André...

—Sí, se enrolló con un segurata de Julio. Después de eso, me acerqué a él para saber el porqué de ese interés por ti.

—Le dijiste que eres mi hermana, ¿no?

—Bueno, bebí bastante... Ese tipo empezó a invitarme y... también me pagó un poco de lo otro.

—Estoy tan encabronado que no sé ni qué cojones decirte. Mejor sigue.

—Julio estaba muy cabreado, así que quise saber qué pasaba con ese tipo, por si estabas metido en un lío. André me dio su número; nadie lo sabía. Nos hicimos «amigos».

La tentación de AdánWhere stories live. Discover now